Actualizado 13/05/2008 02:00

Fernando Jáuregui.- No te va a gustar.- Van a por Rajoy.-

MADRID 13 May. (OTR/PRESS) -

Van a por Rajoy. La estrategia que algunos tienen en mente (y en actos) consiste en tratar de que no llegue hasta el congreso nacional de finales de junio en Valencia, porque del congreso saldrá presumiblemente reforzado. Así que en algunos cenáculos, especialmente madrileños, se lanza la consigna de acoso y derribo. Y entonces aparecen algunas webs oportunistas, que ahora sí --¿por qué no antes de las elecciones?--, critican al líder del Partido Popular, presuntamente desde una militancia que hasta ahora se mantenía callada y sacrificada. Todo es, en aras de la democracia interna, un bulle bulle incesante, que lanza algunas ideas aprovechables, como la introducción de elecciones primarias internas, no pocas descalificaciones tajantes e injustas -cuando no meras infamias-- y algunas críticas razonables y razonadas, pero extemporáneas. ¿O quizá demasiado oportunas?

Lo que me intriga es el origen de estos movimientos. ¿Estamos ante una lucha soterrada por el poder o se trata de una pelea ideológica en toda regla? Porque si de lo primero es de lo que estamos hablando, no queda sino preguntarse por qué quienes opten a hacerse con el sillón principal de la sede de la calle Génova no se presentan limpia y libremente al congreso con una lista alternativa a la de Rajoy.

Si se trata de lo segundo, entramos en temas de mayor calado: ¿se está aquí fraguando una alternativa de derecha 'dura' -no, no hablo de lo que entendemos por ultraderecha todavía- frente a otra de derecha más moderada, más centrista, encarnada por Rajoy?

Creo que, aunque alguno lo quiera disfrazar de "firmeza frente a demasiadas concesiones" a la hora de hacer oposición a Zapatero, la verdad, con alguna excepción muy honrosa (como la renuncia de María San Gil a figurar en la ponencia política que se llevará al congreso), se inclina más hacia la confrontación por el poder que hacia un debate de principios. Ya sabemos que ser aspirante a La Moncloa no es pequeña cosa, ni tampoco lo es subirse al carro de un ganador al que se ha ayudado; eso siempre es una promesa de recompensas y dádivas futuras. O sea, un buen puesto, como mínimo, junto al cálido hogar del que manda; y, en esta política nuestra, lo de lograr "un buen puesto" sigue siendo un deporte nacional que mueve casi todas lasvoluntades.

Pienso, en fin, que a Mariano Rajoy le queda un mes y medio cuando menos agobiante, si es que no resulta angustioso. Alguien de sus características, tan poco amante de la pelea, especialmente si la pelea no es -como no es- en campo abierto, sino en la nocturnidad y a veces con alevosía, ha de estar sufriendo lo indecible en estos días. Lo siento por él, a quien considero esencialmente persona buena y razonable, aunque no carismática, y lo siento por la labor de oposición; difícilmente le podremos pedir que la haga de manera eficaz frente al gobierno de Zapatero si su mente y su tiempo están dedicados a evitar alfilerazos y curar las heridas provocadas por cuchillos cachicuernos.

Bueno, menos mal que ya solamente queda mes y medio; ¿en qué se ocuparán después algunos agitadores de nuestras aguas?

Fernando Jáuregui.

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