Actualizado 06/08/2007 02:00

Fernando Jáuregui ((Sustituye a la anterior por precisión en el titular))

Firma Sindicada.- Fernando Jáuregui.- La semana política que empieza.- El chantaje revolucionario como se llame esta forma de robar

MADRID, 6 Ago. (OTR/PRESS) -

Reconozco que, de todas las noticias de este domingo, la que más me ha preocupado ha sido la confesión de parte que admite que ETA ha vuelto a intentar cobrar -y a cobrar masivamente- el muy mal llamado 'impuesto revolucionario', es decir, el 'chantaje del horror', que consiste en cobrar a los empresarios, al modo acreditado de los mafiosos sicilianos, para que, con el pago, eviten que les ocurra algo malo. Mafia pura, ya digo. Lo de 'impuesto revolucionario' es apenas un desgraciado eufemismo, una forma más de demostrarnos que 'los malos' han ganado también la batalla semántica: aceptamos con naturalidad que 'abertzale', que significa 'patriota', sea un término asociado a los que practican, o cierran los ojos cuando se practica, la 'kale borroka', que es lucha callejera revolucionaria, de las que se ejercen desde el idealismo para que cambien las cosas. O hablamos de 'radicales' cuando queremos decir, en realidad, 'fanáticos'. O decimos, aún, 'impuesto revolucionario', significando una forma como otra cualquiera de robo a mano armada.

Ni puede haber ni hay idealismo alguno en estas relativamente nuevas formas de coacción a un empresariado que está haciendo que en el País Vasco se viva mejor que en cualquier otro punto de España. Ni cabe idea elevada cualquiera tras esa 'kale borroka' que consiste en destrozar todo cuanto esté, con poco riesgo, a mano de los energúmenos que creen que sus acciones van a facilitar una Euskadi más libre, más grande, más próspera. Y, de paso, la llegada de la imposible Euskal Herria, que ya hemos viso lo ocurrido en Navarra o lo que los franceses de Iparralde piensan de la predicada anexión a la 'gran Euskadi' sabiniana: quienes aún sostienen la viabilidad de Euskal Herria lo llevan francamente mal.

Hemos llegado a un punto imposible. A una involución lamentable, que, según creen los responsables policiales de manera tristemente unánime, puede conducir a algún nuevo intento de atentado para escenificar que la ruptura de la tregua por parte de ETA es algo real, y no una mera amenaza. Un atentado sin duda conducido o por un veterano ya incapacitados para la reacción rápida, o por algún mozalbete tontaina que se pone a gritar de terror en cuanto ve un policía cerca y grita, como temiendo algún secuestro clandestino: "soy de ETA, soy de ETA".

Queda claro que ETA, para seguir actuando, necesita dinero, y de ahí el chantaje a los empresarios vascos y no tan vascos: hasta cuatrocientos mil euros 'en negro' piden los 'gudaris'. Un dilema, porque quien paga sabe que su dinero va destinado a equipar y a sufragar posibles nuevos asesinos.

Comprendo a quien paga y aplaudo a quien no paga y denuncia. No estamos aquí para juzgar, sino para denunciar una situación que prolonga nuestras peores pesadillas desde hace casi cuarenta años. Ignoro -¿quién tiene aquí certezas, si no son los muy posicionados o los muy fanáticos?- si la negociación con ellos es el comienzo de un camino; de momento, están engrosando las cárceles, y eso es lo que merecen quienes sólo provocan dolor a los demás. Si ellos se empeñan, nosotros, esta inmensa mayoría que, desde distintos métodos, los repudia, vamos a seguir resistiendo, seguros de que son ellos, esta peste, los que van a salir perdiendo, gane quien gane de nosotros.

Fernando Jáuregui.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Sánchez, al fin, sale a la ofensiva, pero ¿qué ofensiva?

Foto del autor

Antonio Casado

Memoria de Rubalcaba

Foto del autor

Fermín Bocos

Annus horribilis

Foto del autor

Charo Zarzalejos

Castillo de naipes