Actualizado 13/09/2007 02:00

Fernando Jáuregui.- Zapatero vira 180 grados

MADRID 13 Sep. (OTR/PRESS) -

Resulta curioso que ni siquiera la propia oposición haya querido destacar el giro radical que ha experimentado la política de Zapatero en algunas cuestiones. La más notable de ellas, desde luego, la que atañe a la lucha contra el terrorismo, donde hemos pasado de la zanahoria al palo puro y duro. O en el propio concepto territorial, donde el Gobierno -que dijo que renunciaba a la publicidad que pudiese considerarse preelectoral- tiene a gala ahora llamarse 'de España'. Me dicen que el lenguaje del presidente a la hora de referirse al Estatut catalán, que el día menos pensado puede sufrir un varapalo a manos del Tribunal Constitucional, es ya muy otro que el que utilizaba cuando, hace apenas un año, se celebró el referéndum en el que los catalanes aprobaron el texto.

Viajeros a La Moncloa me cuentan que el presidente sigue siendo el optimista antropológico que él mismo se ha querido forjar. Pero que ya no es el 'progre' que dijo ser, entrevistado por la revista femenina 'Marie Claire'. Se ha vuelto, a la fuerza ahorcan, 'realista'. Zapatero ha visto las orejas al lobo americano y también la piel de cordero que se ponen algunos de los que se le acercan al amor de la lumbre de una falsa izquierda.

Se ha dado cuenta, al fin, de que quien gobierna es responsable, mucho más que ningún otro mortal, de cada de sus actos, hasta el más insignificante. Y que, por ejemplo, una visita oficial del presidente a un banco puede ser interpretada como el deseo de dar una pequeña patada en la espinilla al banco rival, que no goza del amor presidencial, precisamente. O de que el poder de un jefe de Gobierno es mucho, pero no tanto como para poder pisar cada día el callo de alguno de tus ministros, pongamos el responsable de Economía, por poner un caso reciente: porque hasta el muy paciente Solbes te puede enseñar los dientes precisamente a cuenta de la gratuidad en el arreglo de los dientes de nuestros hijos.

En suma: que este Zapatero no es aquel que prometió un día que el poder no le iba a cambiar. Ahora vuela levemente sobre las arenas de la playa solitaria de Doñana -que no, que no está trucada la foto, aunque de tan radiante lo parezca...-, y antes se metía hasta la cintura en los bravos ríos asturianos en busca del 'campanu'. Ignoro cómo era, en realidad, entonces, aunque su trayectoria política implacable -para lo bueno y para lo malo- en León debería habernos prevenido de que, desde luego, Bambi, lo que se dice Bambi, no era.

Ahora tampoco sé muy bien cómo definirlo, pero no tengo la impresión de que sea el mismo Zapatero que jugaba al mus con los periodistas en las aburridas tardes parlamentarias de finales de los ochenta y los noventa. Y es que el poder te cambia irremisiblemente: "¿cómo darte cuenta de que los demás sufren atascos de tráfico si tú viajas en helicóptero?". Esta frase, de Adolfo Suárez, me hizo meditar en su día no poco. Puede que antes ZP no tuviese que sufrir muchos atascos, allá en León donde el tráfago es menos salvaje que en otras ciudades.

Lo que es seguro es que, antes, en helicóptero viajaba poco. Y desde arriba las cosas se ven mejor, pero desde mucho más lejos y, por tanto, algo deformadas. Para ganar la Champions no basta con proclamarlo: me parece que hay que hollar el terreno de juego, no pisar delicadamente las doradas dunas del Coto, ni contratar a nuevos asesores de imagen, él, que un día me dijo que los socialistas no tenían política de comunicación "porque no queremos, somos gente honrada".

Ya digo: ha cambiado. Ciento ochenta grados. "O más", que dijo el otro.

Fernando Jáuregui

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