Actualizado 11/06/2008 02:00

Francisco Muro de Iscar.- 65 horas al sol

MADRID 11 Jun. (OTR/PRESS) -

No sé si estoy más sorprendido por los comentarios de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, cuando le pegó otra patada al idioma al decir eso de "miembros y miembras, ministros y ministras" -que supera con mucho lo imaginable y hasta lo de "jóvenes y jóvenas" de Carmen Romero- o por la decisión de los ministros de Empleo de la Unión Europea de aprobar que la jornada semanal de trabajo pueda ser de hasta 65 horas para permitir "una mayor flexibilidad del mercado laboral". Como hay que hablar de cosas serias, hablemos de la jornada laboral. Me sorprende que eso se haya aprobado en esta Europa, que España, que considera la medida "un retroceso social", se abstuviese en la votación y que los sindicatos europeos y españoles, estos últimos al margen en la huelga salvaje que nos ocupa estos días, guarden silencio.

Hay que dar libertad a empresarios y trabajadores para pactar las condiciones de trabajo, hay que facilitar la competencia, exigir productividad y competitividad, pero sin dejar que todo lo regule el libre mercado, porque el mercado por libre siempre acaba beneficiando a los que más tienen y perjudicando a muchos. ¿Pero es necesario regular esas jornadas de 65 horas semanales en lugar de analizar los casos concretos con sentido común? ¿Es posible alguna conciliación de la vida laboral y familiar con jornadas de doce horas diarias? ¿Buscamos leyes en defensa de los ciudadanos o contra ellos? El Estado que nos hemos dado los ciudadanos lleva como apellidos "social y democrático", pero a veces no parece ni lo uno ni lo otro.

En principio, esta propuesta, que lleva cuatro años discutiéndose y que ahora debe ir al Parlamento europeo, establece como regla general, la semana máxima de 48 horas, pero permite que, en virtud de acuerdos individuales, empresario y trabajador puedan alargarla hasta 60 horas, calculadas como media durante un período de tres meses, o hasta 65 en el caso de guardias médicas. En estas últimas, además, el periodo inactivo no será considerado "tiempo de trabajo". Incluso podrán superarse las 65 horas si hay acuerdo entre los interlocutores sociales o se fija en el convenio colectivo. Aunque hay alguna salvaguarda para evitar los abusos, ¿alguien cree que, tal como está el mercado, si un empresario le "sugiere" a un trabajador que "voluntariamente" dedique 65 horas a trabajar, puede negarse? Es una bofetada al sentido común y situar a los trabajadores a la intemperie.

Como dice el ministro de Trabajo español, Celestino Corbacho, esto es "una regresión en la agenda social. Europa no puede ser solamente un espacio económico ni el espacio de la flexibilidad; Europa tiene que ser también el espacio de los valores, de los derechos". Como dice el ministro, hace un siglo que se logró establecer la jornada de 48 horas y ahora pretendemos regresar al siglo XIX en lugar de avanzar en el XXI. Corbacho tiene más razón que un santo -perdón, que tenemos un Gobierno laicista-, pero España no votó en contra, se abstuvo y dio carta verde a una reforma regresiva.

Francisco Muro de Iscar.

francisco.muro@planalfa.es

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