MADRID 2 Ago. (OTR/PRESS) -
La revista de la Asociación Médica Americana, JAMA, ha publicado un escalofriante artículo sobre los niños que sufren por causa de las guerras o que son parte activa de ellas. Los datos que aporta, al igual que otros muchos que figuran en otras estadísticas, deberían hacernos reflexionar. Pero no lo consiguen, tal vez porque las cifras son sólo eso y no le ponemos rostro ni nombre a una tragedia descomunal.
Se calcula que hay entre 250.000 y 500.000 niños soldados -tantos como los que nacen cada año en España- que en lugar de un libro y un lápiz tienen entre sus manos un fusil y una bala. Y que los usan contra otras personas, incluso contra otros niños. Hay, además, un millón de niños en centros de detención. Dos millones de menores han muerto en la última década, ¡en sólo una década!, a causa de la guerra. Seis millones más han resultado heridos. Y treinta lugares del mundo albergan hoy conflictos donde la salud física y mental de estos chavales se juega a la ruleta y siempre toca perder. Los psicólogos que han evaluado a estas víctimas, porque eso es lo que son por encima de toda otra condición, señalan que el 92 por ciento de los menores, de edades comprendidas entre los 11 y los 18 años, habían presenciado un asesinato y el 54 por ciento había matado a alguien. Un 28 por ciento había sido forzado a mantener algún tipo de contacto sexual.
Los niños soldados son secuestrados en la calle, sacados de sus escuelas por la fuerza o forzados a abandonar su casa a punta de pistola. Si usted tiene hijos en esas edades, mírelos un momento ahora. "Nadie permanece inalterable a los eventos traumáticos de una guerra", dice el editorial de JAMA. Los investigadores aseguran que las personas más afectadas por el trauma de la guerra son más proclives a justificar la violencia como el mejor medio de resolver el conflicto. Eso sucede igual en la violencia doméstica: las víctimas acaban justificando al agresor o convirtiéndose en agresores.
Casi siempre es más cómodo mirar hacia otro lado y olvidar que de los 25 millones de refugiados que ACNUR estima que existen en el mundo, la mitad son niños y que muchos de ellos -cien mil sólo en Europa, entre tres mil y cuatro mil cada año en España- son menores no acompañados, que es el eufemismo que empleamos para no hablar de niños sin raíces, sin familia, sin afecto. Acabo de leer que el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 ha rescindido el contrato con cuatro fábricas chinas que utilizaban mano de obra infantil. Enhorabuena. El día en que se persiga penalmente a quienes explotan a niños en fábricas o a quienes les dan un arma para matar y se premie a quienes les ofrecen una escuela, habremos empezado a cambiar el mundo. Pero no parece que estemos en esa onda. La guerra es siempre un horror sin beneficio alguno.
Francisco Muro de Iscar.
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