MADRID 27 Oct. (OTR/PRESS) -
Las emisoras no paran de poner la vieja canción de Perales, esa que decía: "¿Y quién es él, en qué lugar se enamoró de ti, a qué dedica el tiempo libre...". Es "casualidad" que lo hagan inmediatamente después de hablar de Miguel Sebastián, el candidato a alcalde que han elegido por unanimidad los miembros de la Federación Socialista Madrileña, después de unas primarias en las que todos los militantes socialistas, casi por unanimidad, le votaron y que José Luis Rodríguez Zapatero ha respaldado abrumado por la solicitud.
No sé si esa designación ha servido para acallar el pésimo resultado -para todos menos para ETA y HB- de la votación en el Parlamento Europeo, que ha mostrado una España dividida y una Europa dividida. Pero esos gestos políticos sirven muchas veces para acallar o evitar el debate sobre problemas fundamentales. No hace muchas horas, Felipe González -sobre todo- y Joaquín Almunia han propuesto reabrir el debate sobre la moratoria nuclear en España, es decir no sólo sobre la construcción de nuevas centrales nucleares en nuestro país, sino sobre si se deben o no cerrar alguna de las actuales, como reafirma cada vez que puede Zapatero. Felipe habla con conocimiento de causa, porque fue él quien tomó la decisión hace más de dos décadas de paralizar el programa nuclear español. Hoy, dice González, las circunstancias de entonces -seguridad y residuos, fundamentalmente- han variado sustancialmente. Y, además, añade, "es inevitable una crisis de oferta energética" en menos de 10 años, no por falta de recursos sino por carencia de una "estrategia política que acompañe a las estrategias empresariales de inversión". Una crisis, termina el ex presidente, "que tendrá como consecuencia un aumento exponencial de la tensión internacional". Los pueblos se pelean por ideas, cada vez menos, o por las fuentes de energía, cada vez más escasas. Mientras hablamos de Miguel Sebastián -es más importante el candidato que el programa-, dejamos de hablar de lo trascendente y nos hacemos más dependientes.
Algo parecido sucede con la inmigración. Como ETA no mata, la inmigración encabeza por primera vez la lista de los problemas de los españoles, muy por delante del paro y la vivienda, según la encuesta de coyuntura del CIS. En las anteriores un 35 y un 39 por ciento opinaban que era un problema. Ahora lo cree el 59 por ciento. Lo peligroso es que, en este momento, la inmigración más que un problema está siendo una gran solución para España. Lo preocupante es que los dos grandes partidos siguen siendo incapaces de ponerse de acuerdo en una política que mire al futuro y ofrezca soluciones de integración y de asimilación. Lo lamentable es que hablemos sólo de soluciones restrictivas o de barreras cuando vamos a convivir, queramos o no, con un crecimiento sostenido de la inmigración, porque no hay otra salida. Lo malo es que los políticos y los ciudadanos sólo seguimos preguntándonos "¿y quién es él, en qué lugar...?"
Francisco Muro de Iscar.
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