Actualizado 02/04/2008 02:00

Isaías Lafuente.- JASP

MADRID 2 Abr. (OTR/PRESS) -

Hace unos años, una conocida marca de coches decidió pescar en el caladero de los más jóvenes y se invento el concepto JASP, definiendo a toda una generación como la de Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados. Cada etapa de nuestra reciente historia ha tenido una generación JASP y de su nómina han salido, entre otros, cuatro de los cinco presidentes de la democracia. González y Aznar tomaron las riendas de sus respectivos partidos a los treinta y tantos, y ambos, también Suárez y Zapatero, llegaron a la presidencia del Gobierno a los cuarenta y pocos años.

La nueva portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, tiene ese perfil JASP. Su currículum deja en evidencia cualquier informe Pisa y pone en cuestión los estudios sociológicos que presentan a los más jóvenes como poco comprometidos con la política. Nadie pone en duda su preparación y su talante, y sobre su capacidad como portavoz del principal partido de la oposición, cualquier profecía, positiva o negativa, sólo puede desenvolverse en los terrenos del voluntarismo o del prejuicio. Ya se verá. Merece al menos cien días, como todos y todas, para valorar con justicia sus primeras actuaciones.

En cualquier caso, su nuevo encargo político es vicario. No es Soraya Sáenz de Santamaría la que debe forzar el nuevo rumbo del PP. Ella será la que ponga voz al nuevo discurso, si lo hay, de su partido. De las palabras de Rajoy ante la Junta Directiva del PP se aguardaban nuevas caras, nuevas ideas y, sobre todo, un nuevo discurso. Ya tenemos una nueva cara, las ideas siguen siendo las mismas - lo dejó claro Rajoy - y ahora hay que aguardar los nuevos discursos. Las ideas del PP sobre España, su organización territorial, la lucha antiterrorista o la economía son perfectamente legítimas. Como diría Rajoy, faltaría más. La ponzoña de la pasada legislatura ha venido del discurso según el cual quienes no compartían esas ideas rompían España, traicionaban a las víctimas y se arrodillaban ante los terroristas o nos llevaban a la quiebra.

Por acción o por omisión, Mariano Rajoy ha sido el responsable de ese desaguisado, aunque ahora diga que no se perdieron las elecciones por él. Todos los análisis sobre la derrota, ausentes de autocrítica, los centró en el terreno de la aritmética cuando debió buscarlos en el de la semántica. La actuación de Soraya Sáenz de Santamaría será la prueba definitiva sobre si ese cambio de discurso se hará efectivo. Y los principales adversarios en ese terreno los tendrá en casa y entre algunos dudosos amigos del vecindario ideológico. Que no le quepa la mínima duda.

Isaías Lafuente.

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