Actualizado 20/09/2007 02:00

Isaías Lafuente.- ¿Y los salarios?

MADRID 20 Sep. (OTR/PRESS) -

Antes que el derecho a una "vivienda digna" (art. 47), el legislador consagró en la Constitución el derecho de los ciudadanos a una "remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades" (art. 35) y estableció un sistema tributario basado en los principios de "igualdad y progresividad" (art.31) que permitiera precisamente corregir las desigualdades de renta. Resulta llamativa la diferente carga semántica de los adjetivos escogidos por el constituyente - digno, aplicado a la vivienda, y suficiente, aplicado a los salarios -, aunque si todos los españoles recibieran efectivamente un salario suficiente, sería más que suficiente para resolver muchos de sus problemas, entre ellos el de la vivienda.

A nadie puede parecerle mal que un gobierno intente impulsar medidas de choque contra un problema como el de la vivienda, que comienza a tener carácter endémico y que es la fuente de otras muchas complicaciones esenciales que afectan a la vida de los ciudadanos. Aún recuerdo el argumento con el que Álvarez Cascos explicó al universo el problema de la vivienda en España: "las casas están caras porque los españoles pueden pagarlas". Me acordé mucho de él en aquellos días.

Entre el simplista Cascos y la entusiasta Chacón, me quedo con ésta. Pero conviene estar prevenido ante los entusiasmos. Los españoles estamos acostumbrados a que el mercado neutralice leyes y coyunturas. Sólo así se explica que la época de mayor oferta de vivienda y de más bajos tipos de interés haya sido el momento en que los españoles hayamos pagado las viviendas más caras. Por eso no sería extraño pensar que parte de los beneficios individuales que contemplan las nuevas medidas del gobierno las termine engullendo quien es el máximo responsable de la situación que vivimos.

Pero aunque esto no sea así, aunque las medidas resuelvan la angustia de miles de ciudadanos y consigan corregir las tendencias del mercado, no sería inconveniente preguntarse por la raíz del problema. Para los jóvenes mileuristas la preocupación fundamental no es comprarse una casa, sino vivir con mil euros. Esta España que deslumbra al mundo con sus datos macroeconómicos tiene que comenzar a preguntarse seriamente por qué no termina de converger con Europa en salarios, por qué jóvenes hípercualificados reciben sueldo de aprendiz, por qué divergen tanto los espectaculares beneficios empresariales y el ajustado incremento de las nóminas, por qué la especulación sigue siendo infinitamente más rentable que el trabajo, por qué, en definitiva, la riqueza sigue estando tan mal distribuida. Arreglar ese problema es justicia. Lo demás puede devenir en beneficencia.

Isaías Lafuente.

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