Actualizado 07/06/2007 02:00

Isaías Lafuente.- Txeroki no convoca

MADRID 7 Jun. (OTR/PRESS) -

ETA ha roto su tregua a plazos. El primero lo libró con el atentado en Barajas; el segundo, ahora, con el comunicado que formaliza su decisión. Ni en diciembre ni hoy el presidente del Gobierno ha recibido una palabra de apoyo y de respaldo del líder del principal partido de la oposición, más bien lo contrario, de reproche y de exigencia de responsabilidades, como en las ocho manifestaciones que ha secundado o convocado directamente el PP en este tiempo.

Quizás los políticos lo hagan, pero los ciudadanos no olvidamos con tanta facilidad. Cuando seamos llamados a las urnas calibraremos las dosis de ingenuidad y voluntarismo con las que se ha desenvuelto el Gobierno en la gestión de este proceso encaminado a buscar un final dialogado de la violencia. Pero también la actitud dual de un partido, el PP, que mientras predicaba la vuelta al Pacto Antiterrorista no ha cejado en su empeño de dinamitarlo en su aspecto esencial: sacar del debate político la lucha antiterrorista. Y puestos a buscar diferencias con procesos anteriores, ésta ha sido la sustancial.

El noble objetivo de erradicar la violencia terrorista ha llevado a todos los gobiernos de la democracia a cometer ingenuos errores de cálculo y de valoración de la realidad. Todos pensaron que era posible la filigrana de convencer a los asesinos de que dejaran las armas y a sus terminales políticas, de conducir sus reivindicaciones, cualesquiera que fueran, a través de las instituciones, dentro de la ley, sin la tutela de ETA. Todos estuvieron dispuestos a hacer concesiones en el marco de la Constitución. Y todos fallaron, pero sólo esta vez el fracaso se ha utilizado como infame arma arrojadiza contra el presidente del Gobierno.

La ruptura de la tregua de ETA ha de tener consecuencias. La más urgente, que la eficacia de las Fuerzas de Seguridad sean capaces de abortar cualquier intento asesino de ETA. Inmediatamente después, la reconstrucción de la unidad política a través de un nuevo Pacto Antiterrorista que integre a todos los partidos. Lo que no tiene ningún sentido es pedir la convocatoria urgente de elecciones anticipadas, como desde algunos sectores se viene reclamando en las últimas horas.

Después de escuchar durante meses que el Estado no debía pagar ningún precio político a los terroristas, sería una sinrazón conceder a ETA capacidad como para marcar la agenda política del país. Txeroki, el jefe militar de ETA, mata y le imagino ahora en una reunión macabra decidiendo con los suyos qué o quién será su primer objetivo. Pero Txeroki no convoca elecciones. Eso lo hace el presidente del Gobierno, lo hará cuando crea conveniente y, entonces, los ciudadanos hablaremos.

Isaías Lafuente.

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