Actualizado 14/12/2006 01:00

Isaías Lafuente.- Que yo no fui

MADRID 14 Dic. (OTR/PRESS) -

En otras circunstancias la declaración del ciudadano Constantino García, cazado el 9 de febrero conduciendo a 260 kilómetros por hora, me habría indignado. Este asturiano, émulo de su paisano Fernando Alonso, dijo ante el juez que tenía que haber alguna equivocación en la denuncia porque "como mucho iría a 140". "Seguramente el radar estaba mal", apostilló la persona que le acompañaba el día de autos. Ni su abogado defensor se atrevió a tanto. El letrado pidió la absolución del acusado alegando que Constantino no tenía la intención de causar daño y, sin negar la mayor, afirmó que pudo alcanzar esa velocidad excesiva en un momento muy puntual, por un despiste, dada la potencia de su automóvil.

Decía que en otro momento la justificación de Constantino García me habría parecido la zafia explicación de un cara dura. Pero en un día como hoy, en el que su juicio se mezcla con el congreso montado por el presidente iraní Ahmadineyad para negar la realidad del holocausto judío y con las alabanzas recibidas por el dictador, traidor, asesino y ladrón Augusto Pinochet por parte de familiares, militares y miembros de la Iglesia chilena en su funeral, la defensa de Constantino me ha provocado ternura.

¿Quién no ha puesto alguna vez cara de niño tierno al ser detenido en la carretera por una pareja de la Guardia Civil? ¿Y quién no se ha olvidado de contar tres o cuatro copas cuando el alcoholímetro se ha disparado dejando al desnudo nuestra sobredosis? ¿Cuántos funerales y cuántos ingresos de parientes moribundos habrán sido inventados para justificar los excesos de velocidad? ¿Cuántas mujeres parturientas habrán servido para justificar la utilización indebida del móvil? ¿Y cuántos guardias habrán tendido que escuchar si no tenían otra cosa mejor que hacer que detener a honrados contribuyentes mientras cientos de delincuentes campan por ahí a sus anchas? El "que yo no fui" como el "y tú más" forman parte de la conciencia universal y algún día serán declarados por la UNESCO Patrimonio intangible de la Humanidad. La negación de lo evidente y la responsabilidad diferida son recursos que se aprenden en casa, se cultivan en la escuela y los individuos paseamos por nuestra existencia sea cual sea nuestro destino: la fontanería, la política o la púrpura sacerdotal.

Pero la compasión tiene sus límites. Y aunque entienda que Constantino García intente eludir la prisión con justificaciones inverosímiles he pensado inmediatamente en cuántos cientos de víctimas quedarán cada año en las carreteras por imprudentes que "puntualmente" conducen a velocidad excesiva. Yo me cruzo constantemente con individuos así sin tener la suerte de que en ese momento haya un radar y una patrulla de la guardia civil que los detenga. No sé si deben ir o no a la cárcel. Lo que sí que sé es que si no son capaces de controlar la máquina que conducen lo lógico es que no se les permita volver a la carretera.

Isaías Lafuente.

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