MADRID 26 Oct. (OTR/PRESS) -
Posiblemente fue ése uno de los mensajes más reiterados de entre los que expresaron, en la mañana del miércoles, los distintos portavoces de los grupos que componen el Parlamento Europeo: Una y otra vez, liberales, verdes, socialdemócratas..., el arco parlamentario comunitario, advertían acerca de los enfrentamientos que, "a cara de perro", vienen manteniendo socialistas y populares españoles por razón de este proceso, y pedían que se superara esa rivalidad en atención a un mismo y deseable propósito común: terminar de una vez por todas con el terrorismo y evitar que sigan creciendo las víctimas que sistemáticamente producen las bandas armadas.
Y, sin embargo, esa recomendación caía en saco roto: desde la declaración etarra del 22 de marzo de la tregua indefinida, se ha profundizado el foso de la falta de entendimiento entre populares de una parte y las restantes fuerzas políticas, del otro lado. Parece evidente que la visión o interpretación de la política, o acaso los temores a que esa estrategia política llegara a triunfar para beneficio electoral de "los otros", ha tenido el efecto que ha impedido, no ya el menor entendimiento, sino que ha favorecido un creciente encontronazo permanente.
Del lado del PP viene estando un grupo ruidoso de Víctimas del Terrorismo, con bastante probabilidad manipulado y utilizado, a quienes se alienta en su oposición al Gobierno y su estrategia con el argumento de que la paz con la banda armada supondría el olvido, cuando no el desprecio, de quienes fueron sus víctimas directas durante cerca de cuatro décadas. Muy al contrario, argumenta el gobierno socialista que el final del terrorismo no tiene un propósito más claro que impedir que crezca más el número de las víctimas, y en este sentido, es argumento de primerísima importancia.
El Parlamento europeo ha repasado la gran asignatura pendiente española: el terrorismo etarra. No ha sido ningún balón de oxígeno para la banda armada, que horas antes del debate había procurado incrementar su propia fuerza con una nueva exhibición de poder. Pero sí ha sido un llamamiento reiterado para que los políticos cedan en sus posiciones y tengan el coraje de trabajar juntos con el gran propósito de la paz, parece que esta vez, y pese a todo, al alcance de la mano. El vicepresidente de la Comisión Europea, Franco Frattini, pudo haber puesto su apellido a una moción unificadora y común, pero tampoco eso fue posible...
José Cavero.