MADRID 1 Nov. (OTR/PRESS) -
Seguramente nadie habría prestado atención al problema si Tony Blair no hubiera dado la voz de alarma sobre las consecuencias que va a tener en la economía mundial el cambio climático. Pero Blair ha sabido dar un paso al frente asumiendo el informe de Nicholas Stern, uno de los economistas más influyentes del Reino Unido, en el que se diagnostica que la economía mundial caerá un 20% si no se frena el calentamiento del planeta. El infirme de Stern da cifras que marean. Se perderán 7,8 billones de dólares, habrá un desplome como el del 29 en el siglo pasado, 1000 millones de personas se quedarán sin agua dulce, el Amazonas podría desaparecer, etc.
Una se pregunta qué le estamos haciendo a la Tierra, a este planeta generoso en el que el hombre habita desde hace miles de años. Claro que la respuesta es simple: estamos matando la Tierra en nombre de la economía del todo vale, de que lo importante es generar beneficios aquí y ahora. Lo peor es que desde hace años los científicos y organizaciones de ecologistas vienen avisando de las consecuencias que tendrá el "efecto invernadero", pero nadie hacía caso. Las imágenes de África asolada por la sequía, de miles de personas desplazándose por el continente africano en busca de agua, no han conmovido nunca a Occidente, ese problema quedaba lejos de nuestro confortable mundo. Pero ahora nos dicen que nosotros también padeceremos se si no se hace algo y las alarmas se han encendido. Quizá sirva de consuelo eso de que más vale tarde que nunca.
Los gobiernos deben de empezar a adoptar medidas drásticas ya, antes de que sea más tarde. La emisión de gases, principalmente del dióxido de carbono, se pueden controlar. Se debe ajustar la legislación para que las empresas no contaminen, se debe potenciar la fabricación de aparatos que no sean dañinos para el medio ambiente, y se debe de educar en las escuelas en el respeto al planeta en que habitamos. En nuestro país un informe encargado por el Ministerio de Medio Ambiente alerta que en menos de cincuenta años las playas retrocederán más de quince metros, y que las temperaturas pueden subir siete grados más en verano, y que empezaremos a padecer enfermedades que ahora padecen en África. Me pregunto por qué esos informes no se debaten en las Cortes, por qué no son difundidos de manera conveniente para que la opinión pública sea consciente del problema.
Tony Blair ha dado la voz de alarma, es de esperar que todos los gobiernos se pongan las "pilas", el nuestro también, y cuanto antes, mejor. El informe de Nicholas Stern es todo un S.O.S.
Julia Navarro.