Actualizado 18/12/2006 01:00

Lorenzo Bernaldo de Quirós.- El legado de Pinochet

MADRID 18 Dic. (OTR/PRESS) -

La muerte de Pinochet ha desatado todo tipo de comentarios. Por un lado están quienes justifican su larga dictadura o, al menos, el golpe militar, porque Allende llevaba al país hacia una solución totalitaria a la cubana, lo que suponía la destrucción de la democracia; por otro están quienes condenan la pérdida de libertades políticas y, sobre todo, la represión lanzada por el régimen militar contra sus adversarios políticos y contra sus supuestos colaboradores. Lo cierto es que Pinochet despertó siempre pasiones encontradas que hacen muy difícil realizar un balance equilibrado de su legado. Durante décadas ha sido uno de los hombres más odiados por la izquierda. Acabó con el experimento totalitario de Allende y logró morir en la cama. Eso es "imperdonable".

En 1973, los militares chilenos dieron un golpe apoyados por dos tercios del parlamento, por el Tribunal Constitucional y por un sector mayoritario de la sociedad chilena. El Gobierno de Allende pretendía aplicar un modelo revolucionario, apoyado en los países de la órbita soviética, para instaurar en Chile una 'democracia popular'. Para ello arrasó todos los frenos constitucionales que impedían al Gobierno conseguir su objetivo. Por añadidura, los partidos de Unidad Popular armaban a sus militantes y les preparaban para tomar el control del poder. Desde esta óptica, los militares sólo se anticiparon al golpe de la izquierda. Esta tesis no la discute hoy el grueso de la historiografía.

Dicho esto, la represión posterior al golpe es inaceptable y merece repudio. Nada justifica los 3.000 muertos y desaparecidos chilenos como tampoco los más de 15.000 cadáveres que Fidel Castro tiene sobre sus espaldas o los millones de ciudadanos liquidados por el comunismo en el centro, en el este de Europa y en Rusia. Yo no he visto un Nuremberg para ellos en ningún país. El mismo entusiasmo que llevó a la izquierda a pedir que Pinochet fuese juzgado debería extenderse también al sátrapa cubano que ha convertido la isla en un gigantesco gulag y lleva casi medio siglo en el poder. En 1989, Pinochet hizo un referéndum, lo perdió, se fue a su casa y se restauró la democracia. A Castro no se le ocurriría jamás poner en la práctica esa 'burguesa' idea.

La herencia de Pinochet está manchada, es cierto, pero también lo es que durante su etapa de gobierno Chile se convirtió en la economía más próspera y estable de América Latina, se creó una clase media sólida y se sentaron las bases sociales y económicas para hacer posible una transición pacífica a la democracia. Sin duda los éxitos económicos del régimen no le exculpan de la represión. Ahora bien, el Chile actual, una democracia consolidada y una economía dinámica son inimaginables sin la acción de gobierno del general. Esto guste o no es un dato indiscutible.

Lorenzo Bernaldo de Quirós

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