Lorenzo Bernaldo de Quirós.- El martirio de la Pantoja

MADRID 7 May. (OTR/PRESS) -

La Pantoja se ha convertido en la Lola Flores del régimen, no en términos folclóricos, sino como chivo expiatorio de un gobierno dispuesto a emblematizar su lucha contra la corrupción en un personaje famoso. La tonadillera ha ido a la "trena" después de que el Presidente del Gobierno interviniese en un mitin en Marbella y anunciase, con visión profética, la detención de Doña Isabel. Sin duda había tenido una visión, un sueño en el que la reina de la copla se le aparecía esposada y no pudo reprimir su deseo de compartir esa premonición con su auditorio. Las dotes de Zetapé para la videncia se confirmaron todavía más cuando visitó la comisaría en la cual, horas más tarde, la Pantoja fue "alojada".

Bromas aparte y con independencia de la simpatía o no de la tonadillera, la pobre lleva una racha de órdago, su anunciada detención constituye, una vez más, una muestra del escaso respeto del socialismo reinante a las reglas básicas de un Estado de Derecho. ¿Cómo sabía Zapatero que Pantoja iba a ser detenida? ¿Qué juez le comunicó su inminente apresamiento? Estas y otras preguntas reflejan la acción de un gobierno dispuesto a cualquier cosa para lograr sus fines políticos. El problema no es que nadie, incluido la Pantoja, puede estar por encima de la ley. La cuestión básica es la utilización gubernamental de las instituciones para conseguir sus metas.

La antigua viuda de España se va a convertir en una mártir del poder, en una presa política. Atisbo centenares de desolados fans yendo en peregrinación a la cárcel para rendir homenaje a su ídolo si finalmente da con sus huesos en ella. O quizá no...Doña Isabel lleva meses siendo objeto de una feroz campaña mediática por parte de los medios y programas rosáceos. Desde ellos se realizará sin duda un juicio paralelo en el cual la tonadillera tendrá escasos defensores. Su crucifixión va a ser de bigote y los tristes lamentos de la copla recorrerán la noche desde el penal en el que Pantoja puede acabar.

Lorenzo Bernaldo de Quirós.