MADRID 20 Dic. (OTR/PRESS) -
La amabilidad del presidente Zapatero al acercarse a Rajoy para darle el pésame por la muerte de Loyola de Palacio se ve que ayudó a romper el hielo y a que el jefe de la oposición posibilitara el encuentro entre ambos del próximo viernes. Pocos días antes, en la recepción conmemorativa de la Constitución, ni siquiera se habían saludado. Vamos a ver lo que da de si la entrevista, pero ya es muy positivo que tal encuentro tenga lugar. Haría falta no ir a esa reunión con una disposición negativa, como otras veces ha sucedido. Son importantes los problemas pendientes, como el proceso de paz, las reformas constitucionales, los estatutos de Autonomía, algunos aspectos de la Política Exterior. Problemas que requieren la conjunción de puntos de vista entre ambos personajes, entre el Gobierno y la oposición. Es de esperar que el resultado de la visita de Rajoy a la Moncloa no sea lo decepcionante que ha sido en anteriores ocasiones. El presidente del Gobierno no debe crear expectativas que luego no se cumplan y el líder de la oposición debe dejar a un lado su acostumbrado negativismo.
Lo digo más bien por el deseo de que los españoles no terminen en el hastío político que ya se apunta en algunas encuestas, ante su sospecha de que los líderes piensan más en los intereses partidistas que en la solución racional de los problemas de todos. Zapatero no puede pretender que Rajoy acepte todo como un trágala, pero éste no puede decirle que no a todo al presidente, sin siquiera tener en cuenta que quien detenta el poder posee un grado de información muy superior al del jefe de la oposición. Esto último es especialmente válido para el problema del proceso de paz y de la lucha contra el terrorismo. Esta última cuestión debe desaparecer urgentemente como motivo de enfrentamiento entre ellos, pues de la presente situación sólo se derivan males para todos. Vamos a ver si del encuentro del viernes se derivan consecuencias que ayuden a cambiar el clima político de crispación y contribuyan a una mejor cooperación en la solución de los grandes problemas de Estado.
Pedro Calvo