Actualizado 06/03/2010 13:00

Pedro Calvo Hernando.- El carnaval nuestro de cada día.

MADRID 6 Mar. (OTR/PRESS) -

En el carnaval permanente en que algunos sectores han convertido la política nacional, se añaden episodios cada vez más surrealistas e impermeables a un somero análisis crítico. El penúltimo es permitir la personación de Francisco Correa en la querella contra el juez Baltasar Garzón relacionada con la trama Gürtel, de la que el propio Correa es el personaje primer protagonista. La Sala de lo penal del Tribunal Supremo tiene sus razones para semejante decisión, pero el país entero tiene las suyas para considerarla como una de las más grandes tomaduras de pelo perpetradas en este sufrido país. Cualquier ciudadano de alma independiente se siente avergonzado, tras superar el período de incredulidad, más o menos largo, según el aguante de cada uno. Como el ministro Rubalcaba ha subrayado, es demasiado evidente lo que el cabecilla de la trama se propone como para encima ayudarle en su huída hacia delante. Alguien que conozco muy, muy bien, sentenciaría que lo que procede ya es ir preparando la medalla al mérito cívico que pronto se impondrá al protagonista de la tragicomedia gürteliana.

Y el último de los episodios es la declaración, por la presidenta de la autonomía madrileña, parece que secundada por Valencia, Murcia y tal vez Extremadura, de la llamada fiesta nacional, de los toros, como Bien de Interés Cultural, justo en pleno debate del tema en Cataluña, un debate democrático y modélico, como deberían ser todos los que atañen a problemas de interés público. Pero para qué debatir, habrá pensado la presidenta, si puedo largar un derechazo al costado del tripartito y de rechazo, como veremos, al bazo de Zapatero. Será que imponer solemnemente es mejor que discutir democráticamente. Claro que el efecto de la argucia se vuelve en contra de quien la perpetra, cosa que ellos deberían saber de sobra. Se ganan la antipatía de los neutrales, añaden crispación a la polémica y envenenan un tema que lo que demanda es cariño, comprensión y análisis inteligente y libre. Este país tiene derecho a ser algo más que el escenario de un carnaval cotidiano.

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