MADRID 16 Ene. (OTR/PRESS) -
Las siete semanas próximas van a ser inolvidables, pese a que sus contenidos políticos a lo peor son los más olvidables de la historia. Si Zapatero le hubiera hecho caso a Jordi Sevilla, que le recomendó disolver y convocar anticipadamente las elecciones generales, nos habríamos ahorrado una de las peores películas. Las próximas semanas serán seguramente inolvidables por una campaña de la más elevada crispación, protagonizada por los dirigentes del PP, reforzados ahora por el paladín del antizapaterismo Manuel Pizarro, que nunca aceptaron la derrota del 14-M y que previsiblemente no aceptarán la nueva derrota que muy probablemente van a sufrir el 9-M. Lo mismo que ya habían hecho en 1993, la última vez que habían sido derrotados antes de la era Zapatero. No hay nada más que verlos y oírlos para que lo que digo no sea una difícil profecía sino el relato de una película que estamos contemplando. Tal vez las cosas no ocurrirían como digo si se produjese el milagro de una derrota sonada.
Una derrota que no dejase resquicios ni para disimulos ni para nuevas invenciones de teorías conspirativas por esto o por aquello. Si no es así, nadie debe dudar de que nos esperarían otros cuatro años de machacamiento y de tortura, semejantes a los cuatro transcurridos. No me extraña el énfasis que pone Zapatero estos días sobre la necesidad de ganar por un margen bastante más amplio que el de 2004 o del que vaticinan algunas encuestas. Eso abriría una profunda crisis en el PP, de manera que sus dirigentes nos dejarían en paz al menos durante un par de años o tres, mientras que se pelearan por la sucesión o decidieran quién sería el que tomara las riendas tras el forcejeo con Rajoy, si éste se resistía a dimitir. Una crisis que tal vez se cerraría con una refundación de la que saldría un partido de derecha moderna, europea y desprendida de los grandes lastres del pasado que han impedido que tuviéramos hasta ahora un partido conservador a la altura de los tiempos y de las necesidades de España, como todos deseamos. Las elecciones están convocadas. Que Dios nos ampare.
Pedro Calvo Hernando