MADRID 16 Oct. (OTR/PRESS) -
No hay que asombrarse por todo lo ocurrido en relación con los Presupuestos Generales del Estado, que el Gobierno salva gracias al pacto con PNV y Coalición Canaria. Es la eterna canción de todos los años cuando no se tiene la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. Que esos pactos tienen un precio, pues eso es una perogrullada, que se ha repetido desde el inicio mismo de la democracia española, a excepción de tres legislaturas de Felipe González y una de José María Aznar. Este último, en 1996 pactó también con el PNV la investidura y luego los Presupuestos. Lo mismo que con CiU. No recuerdo que nadie de la derecha se echara las manos a la cabeza por el pago del precio que todo aquello suponía. Pero claro, el caso de Zapatero es especial y el PP ha estado hasta el último minuto presionando al PNV para que le hiciera caer y se acabase la legislatura. No es difícil imaginar todo lo que habría venido detrás en caso de que tales presiones hubieran prosperado. Pero eso al PP, como tantas otras cosas, le trae sin cuidado. Demasiada prisa por agarrar el Gobierno.
Es precido reflexionar sobre si las ansias infinitas de un partido por hacerse con el Gobierno justifican cualquier cosa, por ejemplo, en plena crisis económica, poner al país patas arriba, paralizar durante meses la toma de decisiones, introducir en la maquinaria política un barrizal, cuando lo que necesita es una lubricación permanente. El final del plazo de presentación de enmiendas a la Ley de Presupuestos llegaba todavía bajo el impacto del escándalo de los abucheos a Zapatero en los momentos más solemnes del desfile del día de la fiesta nacional. Esa suprema falta de respeto a la patria nunca la habrían cometido los del Tea Party americano, pero es que nuestro particular Tea Party es todavía mucho más ultra y bárbaro, contando además con el beneplácito o al menos la indulgencia de sus hermanos o parientes del partido oficial de la derecha política española. Hemos visto y oído cosas estos días que ponen los pelos de punta sobre hasta dónde podemos llegar. ¿Hasta dónde?