MADRID 21 Abr. (OTR/PRESS) -
El programa de RTVE ha resultado ser, en sus primeras ediciones, un gran instrumento de higiene democrática en este país. Tanto en la edición de hace tres semanas, con el presidente Zapatero, como en la noche del jueves, con Mariano Rajoy, hemos podido ver y oír un reflejo bastante exacto de lo que es la actual estructura mental y política de la sociedad española. Es verdad que los cien ciudadanos han tratado algo mejor a Zapatero que a Rajoy, pero eso es por la sencilla razón de que el grado de rechazo a este último es infinitamente mayor que al primero. Aun así, nadie podrá decir que el presidente se fue de rositas, ni muchísimo menos. Pero es que, al líder de la oposición, los representantes de los españoles de a pie lo colocaron ante la realidad de los hechos, sin mediatizaciones, en el doble significado de la expresión, y lo situaron también frente a sus propias contradicciones, que son las mismas del PP ahora y antes, en estos momentos y cuando gobernaban. Es verdad que a Rajoy le pasa esto en unos días especialmente amargos para el PP.
Son los días del hundimiento de las mentiras del 11-M, del horroroso agravamiento de la guerra de Irak, de los crecientes y encadenados escándalos de las irregularidades del voto por correo en multitud de localidades, no sólo en Melilla. Rajoy no tiene que dudar que lo sucedido en el programa radiotelevisivo es pura y simplemente la plasmación de lo que siente y piensa la sociedad española, con la frescura del ciudadano de la calle, tan alejado de las maniobras políticas como de los enjuagues mediáticos. Lo que tiene que hacer es tomar nota y obrar en consecuencia, y agradecer a Luis Fernández, el presidente de la corporación RTVE, la puesta en marcha de ese incomparable instrumento de limpieza y de higiene, como decía al principio. Es un programa que presionará sobre los demás medios audiovisuales, sobre todo los públicos, como algo muy parecido al modelo de periodismo democrático e independiente. Pero de momento, Rajoy ha desaprovechado la oportunidad de rectificar las mentiras y los horrores suyos y de su partido.
Pedro Calvo Hernando.