MADRID 10 May. (OTR/PRESS) -
Es tal el cúmulo de acontecimientos y problemas que se amontonan en la actualidad española que se echa de menos una actitud más colaborante por parte de todo el mundo, Gobierno, oposición, instituciones de toda índole. No hay por dónde hincar el diente a la situación. El atasco de la Justicia es mucho más importante que lo que reconoce el ministro del ramo y que lo que el primer partido de la oposición está dispuesto a esforzarse.
El estallido de la corrupción brutal en la policía municipal de Coslada le deja a uno sin respiración y absolutamente perplejo por el hecho de que ahora todo el mundo en ese municipio madrileño diga que eso lo sabían allí todos los ciudadanos. No entiendo por qué algunos se quejan de que el ministro Solbes se niegue a que el Gobierno pague los vidrios rotos de la crisis inmobiliaria, cuando nadie le dio nada al común en los largos años de las vacas gordas, en los que fueron tantos los que se enriquecieron a costa del sacrificio de los ciudadanos que se decidían a comprar una vivienda. ¿Quieren que ahora el Gobierno subvencione a los del ladrillazo, encima?
No salgo de mi asombro al contemplar cómo el Gobierno, que es de izquierdas, va cediendo a los planteamientos de la derecha, española y europea, en el tema de la inmigración. Cuando los inmigrantes son los que más han contribuido a la prosperidad y al crecimiento económico de este país, al desempeñar los trabajos que los españolitos rechazan y al cuidar de nuestros niños y de nuestros viejos, cosas que nadie está dispuesto a hacer en su lugar. Es indignante que en cuanto que comienzan las dificultades, los paganos tengan que ser los inmigrantes, los más desvalidos, los más desprotegidos, algo que se da de bofetadas con los ideales de la izquierda y, por supuesto, con el mensaje evangélico que desde la derecha dicen adoptar. Y en medio de toda esta vorágine, el Partido Popular lanza críticas inverosímiles y sin ninguna fuerza cooperante, ya que su situación interna, lamentabilísima, le impide dar pie con bola ni hacer algo mínimamente útil. Optimista me levanté esta mañana.
Pedro Calvo Hernando.