Actualizado 18/11/2009 13:00

Rafael Martínez-Simancas.- Sin etiqueta.- La gran oreja.

MADRID 18 Nov. (OTR/PRESS) -

Mussolini pensaba que Franco era un panoli y para no quedarse con el descubrimiento en propiedad se lo comentó a su amante, Claretta Petacci, con la que tuvo una gran sinceridad en lo horizontal. Sabemos lo que el "duce" opinaba de Franco, y de otras cuestiones, porque se han hecho públicos los diarios de Petacci. En caso de que a la amante no le hubiera dado por la vena literata nos hubiéramos quedado sin conocer los detalles, aunque la pregunta es obligada: ¿Hace falta saber lo que todo el mundo piensa de todo el mundo?

La versión actualizada de los diarios de amante son los sistemas de escucha y espionaje en masa. Si alguien quiere saber el número de teléfono de otra persona, y no lo encuentra, se pone en contacto con el ministro del Interior que se lo facilitará. Gracias al SITEL, Rubalcaba tiene la mayor agenda telefónica de España. Llegado el caso de que no recuerde uno a qué hora era la cita del dentista puede llamar a Interior para que le vuelvan a poner la grabación.

SITEL es el paroxismo del cotilla, por lo tanto ha venido a dar al mejor país del mundo, en ningún otro sitio como aquí le damos tanto valor al cotilleo y al asunto del "vecindongueo" (tomemos como tal a la acción de espiar vecinos desde la mirilla de la puerta o poniendo el vaso de cristal apoyado en la pared del gotéele). Vaya usted a saber por qué, pero en el interior de cada español vive un agente secreto que no puede pasar sin controlar todo lo que se mueve a su alrededor.

Las memorias de Mussolini son interesantes en España, no tanto porque el dictador tuviera una amante (total, eso aquí extraña poco), sino porque le contaba a ella sus intimidades. El ochenta por ciento de las personas que abran el periódico y lean "secretos de Mussolini" caerán sobre esa página como moscas atraídas por la miel. Esta es una de esas noticias que se comentan en alto en las barras de los cafés y se crea animada tertulia con opiniones para todos los gustos.

Con el SITEL ocurre algo parecido, no fastidia tanto que Rubalcaba nos escuche, sino que sólo él tenga acceso a las grabaciones policiales. Si, llegado el caso, el Ministerio del Interior decidiera sacar unos cd's con las grabaciones que sobran de todas las tramas, ese disco llegaría a ser el número uno en el top manta. De hecho los programas del corazón viven de mayordomos infieles que no pueden soportar el secreto y de personajes que desean contar lo suyo.

El resumen es: sé bueno que Rubalcaba te estará escuchando. Y, si eres malo, te escuchará con mayor atención. La gran oreja es otro invento netamente español.

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