Actualizado 03/02/2010 13:00

Rafael Martínez-Simancas.- Sin etiqueta.- Números y numeritos.

MADRID 3 Feb. (OTR/PRESS) -

Nos hicieron creer en ellos porque eran gente de negocios que estaba dispuesta a darnos rentabilidad como los padrinos reparten caramelos en los bautizos. ¿Para qué rezar a Dios si teníamos Wall Street más cerca?, pero cuando el último sinvergüenza se forró con el último centavo entonces la estructura de la mentira se vino abajo. Resulta que la gran economía de nuestras oraciones era una estafa piramidal. Puede que usted no se haya cruzado en su vida con Madoff, pero su forma de actuar le ha complicado la existencia de tal manera que su piso ya no vale lo que esperaba. Una estructura de papel que impedía que a Madoff le llegaran nuestros problemas para alcanzar el fin de mes pero que nos obliga a pagar su mala gestión de por vida. Es como si Madoff, o esos otros iluminados de Leman Brother's, se hubieran marchado sin pagar la cuenta y a todos los demás nos tocara lavar sus platos, ¡y sin haber comido en su restaurante!

Las consecuencias no pueden ser más desalentadoras: paro e incertidumbre laboral mientras nada nos asegura que el futuro pueda ser mejor que este presente. Nada. Salvo el entusiasmo de algunas personas entre las que hay que destacar a la ministra Elena Salgado que sigue viendo brotes verdes en este lodazal. Por un lado están los números (del paro), y por otros los numeritos que algunos se empeñan en hacer para dejarnos con la boca abierta. Nunca fue bueno poner a un mago de ministro de finanzas porque cuando se le acaban los conejos se queda con la chistera vacía. Y tampoco es que la oposición tenga una receta magistral para sacarnos del hoyo; más bien parece que hay que encontrar consenso con las agentes sociales y con la patronal, pero de momento el pacto de Toledo se parece más al cuadro de "El entierro del Conde de Orgaz" que a un acuerdo. Cambien al conde por un trabajador y tendrán el entierro en condiciones.

El pagano (el que lava los platos de Madoff), no conoce tregua en su desencanto. Lo último es que tendrá que prolongar su vida laboral no porque su trabajo sea una obra de arte sin límite, sino porque no hay fondos para pagar su jubilación. Otro golpe más en el hígado castigado de los contribuyentes sin fronteras, esa gente que paga impuestos directos, pone gasolina y osa encender un cigarro que es actividad insana pero que reporta grandes beneficios al Estado.

Dentro de poco repartirán trajes de faena de color naranja y bolas de hierro para atar en los tobillos. Hablan de nuestro futuro con bastante poca vergüenza, es como si les fastidiara que no nos hubiera consumido una buena gripe A. Pero ya verán cómo la siguiente será la definitiva, ya se encargarán de adiestrar bien a los virus.

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