MADRID 18 Ago. (OTR/PRESS) -
Llegamos al corazón de agosto y es ahora cuándo se producen esos fatales accidentes de urbanización que todos los años celebra sus fiestas con las tradicionales gimkanas que tanto peligro tienen. Por culpa de una cucaña resbaladiza más de un varón ha acabado con sus atributos llenos de crema y un dolor inconfensable el resto de sus vacaciones. El verano se presta a los excesos y también a la desmesura, de ahí el peligro.
Un ruso ha muerto en el campeonato mundial de sauna. A nadie en su sano juicio se le ocurre entrar en una sauna que está a la temperatura en la que se cuecen el marisco, pero este ruso tenía ganas de pasar a la posteridad y lo ha hecho pero en lugar de con un diploma con una esquela de mármol. La deportividad no tiene nada que ver con los excesos, a ningún corredor de maratón se le ocurre salir a la calle después de haber comido un cocido. Deportista es aquel que calcula sus fuerzas, las dosifica y las emplea para conseguir llegar a la meta antes que nadie. Lo otro, lo de los excesos de cara a la galería, suelen salir mal tirando a peor.
Buena parte de la culpa la tienen los programas de humor amarillo en la que los concursantes se dan unas leches de alivio pero salen indemnes de la situación porque nos lo dice el realizador del espacio al poner la cámara lenta. También es posible que nunca nos ofrezcan los planos de la enfermería dónde se reparan los huesos rotos. No cabe duda de que el gen del peligro nos "pone" de una manera bastante curiosa, no lo podemos evitar. Por eso en Inglaterra organizan cada año la llamada "carrera del queso", en la que lanzan un enorme queso pendiente abajo y los participantes se despeñan por la montaña intentando hacerse con él.
Es imposible, nadie corre más que un queso cuesta abajo. El resultado siempre es de récord de servicio de traumatología, pero eso no impide que cada año haya nuevos locos que se aventuran a lanzarse detrás de un queso con forma de rueda de camión. Nosotros también tenemos esas carreras pero de otra forma, tal vez las vaquillas de pueblo que siempre cogen al que menos se espera. O ese morbo que existe en el levante español por cruzar delante de los pitones del toro "Ratón" que ya le ha costado la vida a varias personas, lo cuál no impide que sea un reclamo de las fiestas patronales.
Decía el lema de la DGT que no podían conducir por ti, y quizá eso también pase en las fiestas. Nadie puede evitar que te pegues el batacazo, es cuestión de cada uno. Estemos atentos porque grandes cojeras han empezado con inocentes partidos de urbanización de solteros contra casados. No es que parezca cosa de locos, es que lo es.