Actualizado 25/09/2007 02:00

Rafael Torres.- Los brazos que faltan

MADRID 25 Sep. (OTR/PRESS) -

Pretenden algunos viticultores de La Mancha que la contratación ilegal y la consiguiente explotación de vendimiadores rumanos y búlgaros es necesaria por la falta de brazos nacionales para recoger la uva, de suerte que los racimos se pudrirían en las cepas, y eso es lo peor que le puede pasar a un racimo, a un viticultor y, por extensión, a La Mancha, donde el cultivo del alegre zumo representa un buen porcentaje de su economía y, si hemos de hacer caso a los políticos locales, representa también la raíz cultural y la seña de identidad del territorio. Sin embargo, y dejando a un lado que no existe incompatibilidad ninguna entre contratar legalmente y ofrecer condiciones de trabajo dignas a los temporeros y cosechar el fruto en su tiempo, puede que todo esto se deba a que los viticultores, subsumidos en las preocupaciones inherentes al campo, no han buscado bien los brazos que, al parecer, les faltan.

Si es así, y aunque ya es algo tarde y la vendimia se halla muy avanzada, no tengo inconveniente en indicarles dónde pueden conseguir un montón de brazos nacionales, siquiera para evitar los males de hoy en la campaña del año que viene: pásense un viernes o un sábado por la noche por los pueblos grandes, déjense guiar por el ruido infernal y por la pestuza a alcohol barato, y encontrarán miles de brazos jóvenes, fuertes, vigorosos, que tal vez porque nadie los ha solicitado para nada, matan el tiempo y el descanso de los niños, los trabajadores y los ancianos holgando en los delirantes botellones que tantos ayuntamientos, por cierto, fomentan.

Allí están los brazos que faltan, si bien cosidos a unas poquísimas ganas de trabajar.

Rafael Torres

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