MADRID 22 Abr. (OTR/PRESS) -
La ciudadana doña Telma Ortiz Rocasolano, hermana de la mujer del hijo de don Juan Carlos de Borbón y de doña Sofía de Grecia, ha solicitado amparo judicial, o, más que amparo, beligerancia judicial favorable a su persona, ante lo que considera insufrible acoso de los paparazzis y de la prensa en general. A la ciudadana doña Telma Ortiz Rocasolano le asiste toda la razón del mundo en su lucha por la preservación del derecho a su intimidad y a su imagen, pero siendo esto indiscutible, también lo es que al resto de los ciudadanos le asiste el mismo derecho, por lo que la tal doña Telma no podría gozar de un trato de favor por parte de los jueces, como, por lo demás, por parte de ninguna instancia pública por el sólo hecho de estar emparentada con la Familia Real. Es más; la propia Familia Real, ninguno de sus miembros, debería disfrutar de trato de favor alguno, pues semejante cosa conculcaría el principio más elemental de la Democracia, que no es otro que el de la igualdad de oportunidades y ante la Ley. O dicho de otro modo: no se puede demandar otro blindaje legal ante la industria de la murmuración y el cotilleo que el que está obligado a proporcionar la Ley a todos los españoles, de suerte que la exigencia de su cumplimiento a los fiscales, a los jueces y a la policía es una exigencia general, universal, no privativa de un particular, por muy hermana de la mujer del hijo de los reyes que dicho particular sea.
La ciudadana doña Telma está hasta el moño de que la persigan desconocidos por las calles y de que le roben su imagen (su alma de alguna manera) los cazadores de recompensadas instantáneas, pero debe considerar que vive en un país donde el respeto a la intimidad de las personas es nulo y la cultura del pueblo tan menguada como gigantesco el negocio del chismorreo. Considerándolo así, y como ciudadana que es, no como hermana de la mujer del hijo de alguien, bien podría promover un frente cívico para la defensa, a fin de cuentas, de la libertad.
Rafael Torres.