Actualizado 24/11/2012 13:00

Rafael Torres.- Al margen.- El ladrón que devolvía.

MADRID, 24 Nov. (OTR/PRESS) -

Miguel Gila hablaba de un imaginario pariente suyo, ladrón de oficio, que tuvo que dejarlo cuando, al enfermar del estómago, todo lo que robaba, lo devolvía. Los miles de rateros que han asolado nuestro país, ora desde las Cajas de Ahorro, ora desde pintorescas fundaciones "sin ánimo de lucro", ora desde la presidencia o las consejerías de las comunidades autónomas, ora desde los ayuntamientos, ora, en fin, desde cualquier ámbito con acceso a la combinación de la caja fuerte de los caudales públicos, han demostrado tener un estómago blindado, pues, en puridad, ninguno de ellos ha devuelto ni un duro.

La fianza a Urdangarin, que se compagina con lo presuntamente levantado por la criatura y si finalmente se ajusta al monto solicitado por el fiscal en su espléndido y minucioso informe al juez, podría sentar un buen precedente, si hubiera voluntad política para ello, de reversión de lo robado a su legítimo dueño, el pueblo español, que, como se sabe, hoza cada vez más en la miseria. Lástima que la voluntad política dependa hoy de Gallardón, enfrascado más bien, y en la medida de sus posibilidades, en acrecer esa miseria con sus tasas judiciales. Pero si la hubiera, no habría de demorarse mucho la creación de un fondo al que fueran a parar los dineros y los bienes recuperados de manos de los bandidos y los truhanes de guante blanco, sus comisiones ilícitas, sus pelotazos infames, sus escandalosos sueldazos, sus dietas delirantes, las multas pecuniarias a las que se hicieran acreedores por sus delitos, y, en fin, la parte de sus patrimonios personales necesaria para enjugar y saldar sus deudas con España. Sólo con lo reunido en ese fondo de recuperación de los bienes robados, se podrían anular los indeseables y anti-sociales recortes que se ceban exclusivamente, como siempre, con las víctimas de la monumental exacción de los recursos nacionales, y aún sobraría para unas cañas.

Pero los chorizos que se infiltraron en el Estado, en sus Cajas, en las administraciones públicas, y los que por ser "hijos de", "amigos de" o "yernos de" se combinaron con ellos, no tienen el estómago delicado como el pariente de Gila, por lo que es inútil esperar que devuelvan espontáneamente lo robado. La Justicia, pero a condición de que actúe como dios manda, tiene en sus manos el específico para provocarles las bascas.