Actualizado 05/03/2009 01:00

Rafael Torres.- Al margen.- Ni lógica, ni aritmética.

MADRID, 5 Mar. (OTR/PRESS) -

En buena lógica política, cualquier combinación pos-electoral para formar gobierno es lícita si se aviene con la aritmética, pero en la situación actual, por no decir desde que alcanza la memoria, la política en el País Vasco no se atiene a ninguna lógica, ni buena ni mala. Se atiene a los miedos, al clientelismo, al sectarismo, a la visceralidad, a la intimidación, a las ambiciones personales, a lo obtuso, a lo paradójico, a lo secreto, pero no a la lógica, lo que, por otra parte, vendría a emparentar la política vasca con la española más de lo que a muchos les gustaría reconocer.

La clase política vasca en su conjunto parece decidida a desvirtuar la naturaleza de las elecciones que acaban de celebrarse en el territorio. Se supone que concurrieron partidos políticos a ellas porque cada uno proponía al electorado un estilo de convivencia distinto y unas soluciones a los problemas derivados de ella diferentes, aunque no necesariamente incompatibles o contradictorios. Sin embargo, ahora, una vez celebrados los comicios donde los ciudadanos creyeron pronunciarse sobre eso y elegir en consecuencia, resulta que lo que se votaba eran frentes, bandos, mesnadas, bloques, el soberanista y el españolista, el independentista y el constitucionalista, el nacionalista chico y el nacionalista grande, de suerte que la lógica se va a hacer puñetas porque la aritmética a la que habría de atenerse queda políticamente corrompida, y dos más dos no suman ya cuatro, sino un número indeterminado, aunque no pequeño, de sandeces y falsías.

Pero ya que esa clase política en su conjunto ha secuestrado la lógica, ¿por qué no dejan a la gente en paz y se reparten los partidos, proporcionalmente a los votos o a los escaños obtenidos, las consejerías, y luego, entre todos, eligen lehendakari al más alto, o al más simpático, o al más tremebundo? ¿No es acaso a eso, al poder por el poder, a lo único que aspiran?