MADRID 21 Jun. (OTR/PRESS) -
Los mineros que se enfrentan resueltamente estos días a la decisión gubernamental de suprimir buena parte de las ayudas públicas que recibe el sector lo hacen, desde luego, para conservar sus empleos y, con ellos, los ingresos que para vivir precisan sus familias y para sobrevivir las localidades en las que residen, pero el resto de la ciudadanía no debería encontrar mayores dificultades para entender que esas reivindicaciones son, además de legítimas y justas, favorables al conjunto de la nación: el carbón que con tantas fatigas arrancan de la tierra los mineros es, sigue siendo, el combustible más abundante, seguro, barato y hasta limpio (bien que usando las nuevas tecnologías que permiten quemarlo sin daño a la atmósfera) de cuantos se usan en el mundo, y tanto más ante el previsible agotamiento a medio plazo de las reservas de gas y petróleo.
El actual gobierno, que en este asunto de la minería apenas se diferencia de los anteriores en punto a ceguera, ignorancia e incompetencia, mantiene la tradicional política liquidadora de la industria minera con el argumento de que es "deficitaria", como si, de una parte, el Estado no tuviera la obligación de mantener aquello que, siendo necesario para el bienestar de sus nacionales, no encontraría encaje en la iniciativa privada por poco o nada lucrativo, y, de otra, como si fuera realmente deficitario, que no lo es o lo es mucho menos, por ejemplo, que el Senado, una cosa que no sirve para nada y que nos cuesta unos 60 millones de euros al año, o, por poner otro ejemplo, una Casa Real cuyo aparato general nos sale también por un riñón y por un ojo de la cara.
No se puede decir que es deficitaria una industria que no solo proporciona medios de vida a miles de familias, sino que bien podría ser, gestionada con talento, una alternativa válida ante el agotamiento del actual modelo energético. En todo caso, no parece que convertir en "deficitarias" de todo, de pan y de futuro, las vidas de miles de españoles sea la mejor manera de combatir déficit ninguno.