Actualizado 13/09/2007 02:00

Rafael Torres.- Al margen.- El pazo

MADRID 13 Sep. (OTR/PRESS) -

La Xunta de Galicia ha pedido en un juzgado coruñés que se le autorice a inspeccionar el Pazo de Meirás ante la resistencia de sus habitantes, los descendientes de Franco, a franquear sus puertas para inspección ninguna. Sin embargo, ¿no sería mejor inspeccionar la Historia y el orígen de ese botín logrado por el sátrapa, a fin de restituirlo a su legítimo dueño, que no es otro que el pueblo de La Coruña y, por extensión, el pueblo español? ¿A qué esa pamplina de querer hacerlo visitable cuatro días al mes a sus propietarios, mientras que quienes vienen disfrutando de él desde que Franco lo obtuvo con las malas mañas del poderoso sanguinario y sin escrúpulos conservan la apócrifa propiedad producto del despojo?

Por lo demás, naturalmente que por ley y por su correspondiente disposición judicial debería de devolverse a sus legítimos dueños todo cuanto los rebeldes robaron durante y tras la guerra de España, y no sólo -cual se ha hecho para dormir la Historia y acallar las voces- a los partidos y a los sindicatos que sufrieron sus exacciones en forma de requisa o confiscación de sus cuentas e inmuebles, sino a los particulares a los que, bien por aplicarles la ley de Responsabilidades Políticas, la de represión del Comunismo y la Masonería, o, cual ocurrió en tantas ocasiones, porque sí, el Régimen ilegal surgido del golpe de Estado y la Guerra les robó cuanto tenían.

Sin embargo, el caso del Pazo de Meirás bien podría constituirse, por tan emblemático, en el primero de la restauración de la legalidad y del Derecho, devolviéndose al pueblo que hubo de sufragarlo con intimidación, extorsiones y violencias. Los Franco, por qué no, podrían entonces visitarlo cuatro días al mes.

Rafael Torres

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