Rafael Torres.- Los otros debates

MADRID 4 Mar. (OTR/PRESS) -

Aunque los teledebates entre Zapatero y Rajoy no han sido exactamente debates, sino duelos de más esgrima al arma blanca que dialéctica, no es raro que hayan suscitado tanto entusiasmo y tanta expectación: en España, el país del ordeno y mando, el país en el que nadie escucha a nadie, no hay auténticos debates nunca, pero cuando hay se reciben, porque son imprescindibles en el arte de la convivencia, como agua de mayo. Sin embargo, los teledebates entre los candidatos de las dos grandes empresas dedicadas a gobernar (bien que privatizando y subcontratando buena parte de su gestión), han sido, además de excluyentes de la pequeña y mediana empresa del ramo, laminadores de todo debate sobre cualquier otra cosa, cuando, en puridad, en estos días han pasado muchas susceptibles de haber sido examinadas y debatidas con alguna profundidad.

Los disturbios de la plaza madrileña de Tirso de Molina, por ejemplo, han pasado rápidamente al olvido, por falta de atención, como pasa cualquier reyerta de las muchas que se dan en la ciudad los fines desemana, pero no fue una reyerta más, sino una cacicada inadmisible e irresponsable del Ayuntamiento de Madrid, que autorizó una concentración nazi, xenófoba y racista en el corazón del barrio con mayor población inmigrante. Toda la atención mediática y política estaba enfocada en la campaña electoral, en los teledebates más concretamente, y los responsables del suceso se han ido de rositas, como también los organizadores en plena campaña de ese aquelarre de escopeteros, también en las calles de Madrid, que voceaban consignas llamando a la ministra Narbona de todo, menos bonita. Ese querer seguir matando compulsivamente a las criaturas del campo, llenando de plomo los bosques, los sembrados y los humedales, ese guiño al PP para que les deje seguir haciéndolo a cambio de sus votos se supone, pasó de puntillas por la actualidad dominada, tiranizada más bien, por dos únicos debates.

Rafael Torres.