MADRID 30 Nov. (OTR/PRESS) -
La actual guerra de los vídeos sólo puede entenderse en un país cuyos ciudadanos carecen de memoria absolutamente. Son tan recientes los sucesos que glosan esos vídeos de contrapropaganda (el de CIU en las pasadas elecciones catalanas, el del PP sobre la inseguridad y el del PSOE sobre la hipocresía del discurso de la derecha frente al proceso de paz) que, en puridad, sería innecesario exhumar en semejante formato, más propio del documental sobre hechos pretéritos, lo que debiera permanecer fresco y nítido en la mente de las personas, pero la amnesia en España es tan profunda, y en consecuencia la falta de criterio y la ignorancia, que un vídeo que cuenta cosas apenas anteriores a las que relata cualquier noticiario del día, se presenta como un fabuloso y agudo viaje al pasado.
¿De verdad que nadie recuerda los devaneos del PP con el "Movimiento Vasco de Liberación" hace apenas tres años? Bien es verdad que no es lo mismo, en lo tocante a la ética, ilustrar la inseguridad ciudadana cuyo aumento se pretende atribuir al adversario con imágenes de Medellín o de tiempos en que aquél no gobernaba, que reproducir fielmente las declaraciones favorables a un entendimiento con ETA de quienes hoy braman contra cualquier clase de acuerdo, pero el fondo de la cuestión, la desmemoria, esto es, la ceguera ante el pasado, sigue siendo el mismo. Tanto se ha castrado en España la memoria, tanto se ha abusado del infame ejercicio de fabricar la realidad a la carta, de inventársela al gusto de los poderes, tanto se ha basado la política en la amnesia desde que la Transición consagrara para la democracia lo que sólo puede entenderse en una dictadura, que el resultado es éste, una colección de vídeos malos sobre lo que sucedió ayer mismo pero nadie recuerda.
Rafael Torres.