Rafael Torres.- Zapatero, ¿dónde estás?

MADRID 14 Jun. (OTR/PRESS) -

Una cosa es (y bien agradable por cierto) no ser Aznar, y otra gobernar un país como éste. José Luis Rodríguez Zapatero vivió en la pasada legislatura de no ser Aznar, cosa ésta que le agradecimos mucho los demócratas, pero más le habríamos agradecido que hubiera puesto cordura, autoridad y orden en la locura del ladrillo, que hubiera luchado contra la usura y el endeudamiento salvaje, que hubiera promovido salarios justos, que hubiera cuidado el ferrocarril clásico y económico y no sólo el AVE carísimo (porque también un sólo tren de mercancías transporta lo que cincuenta camiones por las saturadas carreteras) o que hubiera encargado la reforma y mejora de la Educación a gente con decisión y talento.

Pero, en fin, como Zapatero rescataba la democracia en peligro, nos sacaba de la guerra infame de Aznar, hacía guiños progresistas que podrían ser el preludio de una acción política buena e intensa, y, lo más importante, era brutalmente atacado por una oposición vandálica, parece que se le perdonaba su ensimismamiento. Pero ahora, sin oposición que lo machaque sin piedad todos los días y con el bagaje de la experiencia de cuatro años largos en el gobierno, no se le puede perdonar, a menos que rectifique, su pasividad ante los gravísimos problemas de todo tipo que aquejan a España.

Porque no se trata ya de la descarada deriva de su gobierno hacia posiciones conservadoras al creer no necesitar ya a los partidos y a los ciudadanos de izquierda, sino de lo mal que lo está haciendo, por no hacer nada o hacerlo tarde, en la gestión y administración de la crisis, que como rancio político español ha, cómo no, negado. El petróleo, ya lo sabemos, viene de fuera, y su precio disparatado también, pero a donde viene es a un país con graves deficiencias estructurales y con una fragilidad social, política y psicológica que no es, lamentablemente, ese Edén que se figuran Zapatero y los miembros y las "miembras" de su gobierno.

Rafael Torres.