Actualizado 10/11/2006 01:00

Ramón Pi.- Desde la Libertad.- Matar la afición

MADRID, 10 Nov. (OTR/PRESS) -

Tres de los perdedores de las elecciones autonómicas catalanas se coaligan para formar gobierno y arrebatar así el poder al partido ganador. Ya es la segunda vez que ocurre, y además con los mismos actores. Las críticas que este modo de administrar los resultados electorales ha suscitado han sido abundantes, y no siempre dictadas por el resentimiento o el despecho, sino que han provenido también de observatorios independientes de cualquier partidismo: lo que han hecho los perdedores del tripartito es legal, eso no se discute; era también previsible; pero no cabe duda de que actitudes como ésta matan la afición a ir a votar: luego sus protagonistas no tendrán derecho a quejarse del desentendimiento de la gente respecto de la política, que se traduce en el aumento de la abstención.

Una vez consumado el asalto al poder, la víctima ha reaccionado anunciando que el Gobierno del PSOE ya puede despedirse del apoyo en el Congreso de los Diputados que hasta ahora recibía. Hacer eso también es enteramente legal, pero igualmente resulta muy desalentador para los votantes, que esperan del partido al que confían su voto una actitud parlamentaria algo más relacionada con las leyes que se sometan a su consideración, y no una política de apoyos o rechazos sólo dependiente del precio que se reciba. Eso también mata la afición a las urnas, obviamente.

Y cuando con estas conductas políticamente obscenas se mata la afición a las urnas, ¿qué puede esperarse que surja, sino una generación de ciudadanos que atribuya a la democracia lo que no es, en realidad, sino su perversión? ¿Qué puede emerger, sino una mentalidad refractaria a la democracia? Y todos sabemos qué nombre recibe esta mentalidad. Si estas previsiones pesimistas se confirman un día, nadie podrá llamarse a sorpresa.

Ramón Pi