MADRID 8 Dic. (OTR/PRESS) -
Quien haya visto la película "The Queen", comprenderá hasta que punto la boda de Carlos de Inglaterra con Lady Dí, avivó el odio y la incomprensión de la familia real inglesa por una mujer a la que nunca se molestaron en comprender, porque ¿para qué hacer ese esfuerzo, si quienes tenian el cetro del poder eran ellos y no Diana?. Una pobre chica que para haberse integrado en la Casa de los Windsor tendría que haber aceptado lo que ninguna otra mujer, para más inri con una sonrisa y mucha flema inglesa, que su marido la abandonase por las noches para correr a los brazos de su entonces amante Camila Parker. Algo que ella se negó a aceptar por dignidad y porque ínmediatamente comprendió que de hacerlo tendría que aceptar otras muchas imposiciones, como por ejemplo, que sus hijos hicieran lo que su real suegra quería, y no lo que ella deseaba para el bien de Enrique y Guillermo.
El infierno que vivió Lady Dí enfrentándose a su poderosa familia política sólo ella podría dar fé, y desgraciadamente ya no está aquí para contarlo. Pero lo que nunca pudo imaginar la Princesa de Gales son los cambios que su muerte iban a propiciar en el seno de los Windsor. Y todo gracias a un jovencisimo Tony Blair, que fue quién contribuyó de manera decisiva a que la Reina, muy especialmente ella, se diera cuenta de lo que Diana significaba para el pueblo británico.
El cambio de actitud de toda la familia real fue tan espectacular y tan significativo, que la gente se lo agradeció en el alma. Hay en la pelicula una escena que resume muy bien lo que para la Reina Isabel supuso tener que reconocer publicamente que se habia equivocado. Y es cuando le dice a su primer ministro: "A mí, a toda mi familia, nos han educado desde siempre a no expresar nuestros sentimientos en público, y usted me pide ahora que haga lo contrario, no sólo que los exprese publicamente sino que salga y diga que siento en el alma la muerte de la madre de mis nietos....". Pués bien, esa misma mañana la Reina se fue a las puertas del palacio donde reposaban los restos de su gran adversaria, y allí estuvo durante unos minutos leyendo los mensajes que la gente sencilla habia dejado en honor de la Princesa del Pueblo, como se la empezó a llamar a Lady Di. Yo creo que fue la mejor interpretación de su vida hasta entonces, porque después vinieron otras y otras más, hasta llegar a nuestros dias.
Cuento esto porque leo que la Reina ha decidido cambiar su acento, cambiar la "e" por la "a" que era lo que distinguía a los hijos de la nobleza de los del pueblo llano. Y yo me preguntó; ¿Por qué ahora y no hace cincuenta años, porque ese cambio cuando tiene ya una edad tan avanzada?. ¿Habrá sido de nuevo Tony Blair quién le ha dicho que de una vez por todas tiene que poner los pies en el suelo si no quiere que la monarquía empiece a perder el apoyo de sus súbditos?. Es posible.
Si es esa es la razón de su cambio de acento, de los muchos cambios que ha sufrido la institución que representa en estos ultimos diez años, hay que felicitarla, y reconocer sin complejos que es una gran profesional. Una mujer que sigue pensando en el futuro más que en el presente, pese a su edad, o precisamente porque tiene una edad en la que puede hacer lo que quiera sin que nadie se escandilece por ello.
Sería muy deseable que los futuros reyes de Europa, tomasen nota de la dificil tarea que les espera, más allá de las bodas y de los bautizos, o de los contratos prematrimoniales que firmen. Por qué, porque nadan contra corriente, cuanto más se globalicen las sociedades menos sentido tienen las monarquías, de manera que si quieren seguir siendo diferentes, tendrán que usar unos ropajes que no desentonen demasiado con los que usa la gente de la calle.
Rosa Villacastín.