MADRID 1 Jun. (OTR/PRESS) -
Cuando Mariano Rajoy llegó a la fiesta organizada por la revista 'Tiempo', con motivo del 25 aniversario de su nacimiento, iba sobrao. Se le notaba en la mirada, en los andares, en su forma de saludar. Era su primera aparición en un acto social después de que se conocieran los resultados de las elecciones del pasado domingo -los buenísimos resultados del PP en dos importantes comunidades y ayuntamientos, Madrid y Valencia- su primer triunfo después de perder el Gobierno en las generales del 2004. Una derrota que asumió como propia ya que él era el candidato a la Presidencia, la cabeza visible, por más que la sombra de Aznar le pisara los talones, a todas horas y en todo momento.
De ahí su euforia de ayer ante el público que abarrotaba el Museo Reina Sofía, su seguridad ante los barones de su propio partido y sobre todo y lo más increíble, ante los del PSOE, a los que ya trata como si Zapatero estuviera en la oposición y él viviendo en el Palacio de la Moncloa. Un comportamiento curioso, que contrasta con la tozudez de los números -el PSOE ha perdido en votos pero no en poder municipal- pero que hace bueno ese refrán que dice que una tesis, aunque sea mentira, repetida mil veces, acaba por convertirse en verdad, independientemente de que hoy el PP esté más cerca de ganar unas generales que hace dos o tres años.
Otro dato importante: que una revista como 'Tiempo' se mantenga en los quioscos durante tantos años, con la de ellas que han desaparecido, no demuestra más que a los lectores hay que fidelizarlos. ¿Cómo? Realizando un periodismo honesto, que dé respuesta a lo que demanda el ciudadano.
Recuerdo que cuando 'Tiempo' la dirigía Pepe Oneto, le pregunté a qué se debía que un medio de corte generalísta, llevara a portada tan asiduamente a personajes que pertenecían a la jet-set, o como se dice ahora, al mundo del corazón, en vez de poner a políticos o empresarios. La respuesta de Oneto no se hizo esperar y fue la siguiente: "Porque si pongo en portada a González o a Aznar, no vendo ni un ejemplar. En cambio, si aparecen Isabel Preysler o a las hermanas Koplowitz, agoto la tirada". Lo dijo sin mover un músculo de la cara, con esa fina ironía que le caracteriza, pero con una gran dosis de realismo, de conocimiento periodístico, político y social.
Ayer durante unas horas al menos, la teoría de Oneto se hizo realidad. Hubo otros protagonistas que no eran ni Rajoy, ni Zaplana, ni Carmen Calvo. Allí estaba Felipe González, más grueso, con muchas más canas, pero en plena forma; Sabina y Serrat, quienes durante unos meses compartirán escenario por tierras españolas e hispanoamericanas; José Luis Garcí, Arantxa Sánchez Vicario, Isidoro Alvarez, dueño de El Corte Inglés, siempre tan discreto, y cómo no, el prestigioso cirujano Valentín Fuster, y el misionero Vicente Ferrer, cuya labor humanitaria en India, ha traspasado todas las fronteras. En total ocho personalidades, pertenecientes al mundo de la empresa, del cine, del deporte, de la política, de la música y de la Religión con mayúscula, a los que les fue entregado el Premio Tiempo, en su 25 aniversario, por toda una vida dedicados a hacer lo que más les gusta.
Rosa Villacastín