MADRID 29 Oct. (OTR/PRESS) -
Ante un proceso tan largo y difícil como va a ser conseguir el fin del terrorismo los ciudadanos tiene derecho a exigir que las fuerzas políticas democráticas, y en especial el Gobierno, transmita ideas claras. Por ejemplo: no puede decir Rodríguez Zapatero que el etarra De Juana Chaos está a favor del proceso de paz y al día siguiente afirmar, a través de un portavoz, que se le ha malinterpretado; que en realidad lo que dijo es que alguien le había dicho que... También seguimos sin saber a qué se refería con la frase críptica y ambigua, a la par que obvia, de que "habrá consecuencias". Un poco de rigor porque lo que nos estamos jugando es muy serio.
A estas alturas de la semana todavía no se ha confirmado si fue la dirección de ETA la que dio la orden a su "comando de abastecimiento "de robar las armas; si fue un grupo disidente, o quien se llevó las pistolas. Pero el hecho es que se las llevaron y que lo lógico seria, en consecuencia, parar el proceso hasta saber a que están jugando los terroristas y si pretenden volver a engañar como ya lo hicieron en los anteriores intentos de acabar con esta lacra. Porque al señor Aznar también le engañaron, aunque ahora se haya perdido la memoria, solo que cuando se dio cuenta ya se habían trasladado los presos con más delitos de sangre a cárceles cercanas al País Vasco. Ahora, todavía, los violentos no han conseguido nada por lo que se está a tiempo de parar, verificar si lo de la tregua indefinida no es otra vez una trampa para rearmarse, recomponer los maltrechos comandos, reclutar nuevos asesinos y volver a las andadas.
Después de cuarenta años aguantando este suplicio los ciudadanos tenemos la paciencia curtida. Ya se ha advertido que esto va a ser largo, duro y difícil, pero lo inaceptable son los vericuetos, el que no se ataje la sensación, que impunemente está sembrando el PP de que se va a pagar un precio inaceptable por lograr la paz después de tantos muertos y tanto sufrimiento. Los demócratas que confían y apoyan, como ya lo hicieron en anteriores ocasiones y con otros gobiernos, este nuevo intento quieren saber si los terroristas son conscientes de que no van a conseguir por esta vía lo que no lograron con las armas. A día de hoy esto parece evidente pero, entre los etarras y las insidias de quienes quieren que el proceso fracase, el Gobierno tiene que reiterarlo una y mil veces si es preciso. Porque paciencia sobra, lo que falta es la certeza de que el que pilota esta nave tiene las cosas muy claras.
Victoria Lafora.