Actualizado 10/12/2006 01:00

Victoria Lafora.- Imperdonable dejadez

MADRID 10 Dic. (OTR/PRESS) -

El fiscal de la Audiencia Nacional Ignacio Gordillo y la acusación particular de la Asociación de Victimas del Terrorismo han permitido, por dejadez, la absolución de uno de los etarras que secuestraron a José María Aldaia.

El industrial vasco pasó once meses encerrado en un zulo de tres metros por dos, en los que, según relató al tribunal, le dio tiempo a llorar mucho y a pensar mucho. Pero en las cavilaciones de su cautiverio nunca pudo imaginar que uno de sus supuestos captores, que compareció muy sonriente ante los jueces, saldría absuelto por culpa del fiscal y más cuando éste contaba con la prueba de cargo que le implicaba directamente en el atroz secuestro.

A nadie con dos dedos de frente se le puede pasar por la cabeza que las acusaciones se olviden de presentar en el juicio el estudio que demostraba que había huellas genéticas del etarra Gregorio Vicario en una maquinilla de afeitar encontrada en el zulo.

Vicario no saldrá a la calle porque tiene más causas pendientes pero el secuestro de Aldaia le ha salido gratis y el empresario no se merece este trato y este sufrimiento añadido a su interminable y inhumano secuestro. Aunque tanto Gordillo como la Asociación de Víctimas han recurrido no está claro que el Supremo permita volver a aportar esta prueba crucial, así que el error no tiene fácil reparación. No es este el único 'olvido' de uno de los fiscales más polémicos de la Audiencia Nacional que ya una vez se salvó por los pelos de ser apartado de esta sede judicial. Hace unos días hubo de suspenderse otro juicio contra quince etarras porque Gordillo no se había acordado de reclamar a Francia la presencia del principal implicado.

Tal vez el Consejo Fiscal debería examinar si tanto lapsus es compatible con el ejercicio de su función. No está de más recordar ahora un artículo escrito por el propio fiscal Gordillo en 2004 en el que defendía que los delitos de terrorismo no deben prescribir nunca:"el terrorismo -decía- es un atentado contra la humanidad, contra los derechos más fundamentales que toda persona tiene. Sólo cabe cumplir la pena impuesta". ¡Que lástima que en este caso, en que se atentó contra los derechos fundamentales de Aldaia, el secuestrador quede libre por su culpa!

Por último cómo calificar la negligencia de la Asociación de Víctimas, tan entusiastas de las manifestaciones contra el Gobierno, pero que no han defendido a una verdadera víctima del peor terrorismo de ETA.

Victoria Lafora

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