MADRID 19 Jul. (OTR/PRESS) -
Lo que está ocurriendo en la Diputación de Castellón es de traca valenciana y de sonrojo público. Que el Partido Popular haya consentido que Carlos Fabra, imputado por los presuntos delitos de tráfico de influencias, cohecho, negociaciones prohibidas, falsedad en documento y fraude fiscal, haya 'colocado' como senadora a su hija Andrea, también investigada por el juzgado de Nules es una indecencia política.
Cuando se escribe del Presidente de la Diputación de Castellón hay que tener mucho cuidado, porque el Sr. Fabra es un experto en presentar denuncias para amedrentar a quien recuerda sus dificultades con la Justicia. Unas imputaciones que no fueron óbice ni cortapisa para que su partido le volviera a presentar en las últimas elecciones sabiendo que la colección de asesores con la que se rodea, que son casi todos alcaldes (del PP por supuesto) de pueblos de la provincia, iba a facilitar su reelección.
Los populares, que alardean de que la corrupción es una mancha que siempre tienen los demás, consienten, sin embargo, que un personaje así haga y deshaga a su antojo en ese feudo que le cuesta al erario público dos millones de euros entre asesores, consejeros y el sueldo del máximo responsable de la Diputación.
Al ratificar las Cortes valencianas el nombramiento de Andrea Fabra como senadora se le está concediendo un salvoconducto frente a la Justicia. Si las investigaciones del juzgado de Nules le llevan a pedir su procesamiento, por ser copropietaria de la empresa 'Carmacas' a través de la cual su padre daba 'consejos' a diferentes empresas y fue origen de una denuncia, lo va a tener difícil. Porque para procesar a la nueva senadora se tendrá que pedir un suplicatorio a la Cámara Alta donde, casualmente, tiene mayoría el Partido Popular. De lo que se deduce que, al margen del nepotismo, hay algo más en esta historia.
El Sr. Fabra tiene otros hijos, que también están siendo investigados por el juzgado numero 1 de Nules, pero su apuesta política es Andrea, a la que ya quiso colocar en las listas del PP de Castellón para el Congreso en el 2004, pero eran malos tiempos. La denuncia contra él del empresario Vicente Vilar destapó la caja de los truenos y la hija tuvo que esperar una mejor oportunidad. Ahora ha llegado porque Fabra vuelve a ser un poder fáctico dentro del PP y todo gracias a sus votantes que, conociendo los hechos, no les han parecido suficientes para retirarle su confianza. Lo que aleja, una vez más, la ética de la política, porque es verdad que, de momento, el Sr. Fabra solo está imputado pero tiene que haber candidatos en Castellón con mejor cartel. ¡No fastidien!
Victoria Lafora