Actualizado 15/11/2007 01:00

Victoria Lafora.- No me quieras tanto

MADRID 15 Nov. (OTR/PRESS) -

Los últimos acontecimientos, muy unidos en el tiempo, sobre la publicación de las zafias caricaturas de los Príncipes de Asturias, la quema de fotografías del Rey por un grupúsculo de independentistas catalanes, la petición de abdicación de Don Juan Carlos por parte del locutor de la COPE, han despertado en nuestro país una inútil, ficticia y a todas luces interesada idea de que nuestro Monarca está necesitado de un especial apoyo ante la agresión desde diversos frentes y la desatención de un Gobierno que no defiende los símbolos ni las instituciones españolas.

Nada más alejado de la realidad.

Si existe en España alguien universalmente aceptado y querido ese es el Rey, y rasgarse las vestiduras tratando de defenderle, cuando no lo necesita, es un cínico ejercicio de aprovechamiento de su imagen con fines interesados. Pero, esa actitud, amalgamada con el tema de las banderas, de las soberanías y de los nacionalismos, puede estar haciendo mella en la necesaria tranquilidad de la Corona que, sin duda, no vive con el mejor ánimo imaginable y la separación matrimonial de su hija mayor no algo que desee ningún padre. Eso explicaría su destemplanza frente al Presidente Venezolano Hugo Chávez que, por supuesto, se mereció el "corte", pero debió ser la Presidenta Michelle Bachelet, que dirigía la reunión, quien le cortase; no D. Juan Carlos.

Creo que al Rey le traicionó, y es muy humano, el clima de incomodidad que sus pocos detractores y sus muchos "amigos", han generado sobre su persona. Creo que su "pronto" le ha generado la simpatía, la solidaridad y el aplauso de los españoles, tan dados como somos al uso de la testiculina en situaciones como ésta; pero la frialdad diplomática debe imponerse siempre a lo extemporáneo, por muchas ganas que tengamos de soltar el merecidísimo exabrupto.

Nuestro Rey siempre ha sido el mejor embajador de España y necesitamos que siga siéndolo. Quienes jalean el episodio de la cumbre le hacen un flaco servicio a los intereses de España y sobre todo al propio Rey. Esos "amigos" deberían olvidar el periodo de precampaña electoral en que nos encontramos y hacer patria de verdad, recuperando la calma necesaria.

Nunca una frase popular atinó tanto en las actuales circunstancias: "Que Dios me proteja de mis amigos, que de mis enemigos ya me protejo yo". O como cantaría Rafael de León "No me quieras tanto..."

Victoria Lafora.

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