Actualizado 29/07/2007 02:00

Victoria Lafora.- Nostalgia

MADRID 29 Jul. (OTR/PRESS) -

La muerte de Gabriel Cisneros es la excusa para la nostalgia. El y seis, entonces jóvenes y entusiastas, diputados redactaron el texto de una Constitución que treinta años después es un modelo de convivencia que representa uno de los periodos mas estables de la convulsa historia reciente de España.

Cisneros, Sole Tura, Herrero de Miñón, Fraga, Peces Barba, Pérez Llorca y Miguel Roca, desde posturas políticas diametralmente distintas, fueron capaces de 'hacer política' en el sentido griego de la palabra. Negociaron cada capítulo, cada apartado, e incluso cada línea de un texto que cambiaría la historia de España.

Cisneros tenía entonces un flequillo indómito tras el que se escondía una sonrisa guasona que contribuía a su gesto amable, pero era un duro negociador como todos ellos. Porque, saliendo de una dictadura, las posturas ideológicas después de años de prohibición y represión tenían mas ardor guerrero. Ahora hay quien incluso considera innecesario reivindicar la convivencia democrática pero los padres de la Constitución tuvieron que fabricar el andamiaje para que eso fuera posible.

Cuando ETA intentó secuestrarle y le disparó un tiro en el estomago, tal vez porque también había participado en la elaboración del Estatuto Vasco y así actúan los asesinos de la banda, algo se rompió en la fe de Gabriel Cisneros. Se hizo más conservador y más duro.

Su vida, más que la de ningún otro de los ponentes, transcurrió dentro de las paredes del Congreso. Por eso es lógico que su familia quisiera que la capilla ardiente se instalara en uno de los salones del palacio de la Carrera de San Jerónimo. Allí acudió el viernes un anciano Manuel Fraga junto con Miguel Roca, que hace años abandonó la política, para despedirse del compañero.

En estos tiempos de crispación, cuando ninguna reforma de la Carta Magna es posible porque los principales partidos (y más en concreto el PP) son incapaces de ponerse de acuerdo, es cuando se echa de menos la capacidad de negociación, de ceder, de regatear, de hacer política en suma, que demostraron estos diputados a los que todavía no se les ha agradecido bastante su fenomenal trabajo.

La reforma más urgente es sin duda la del Senado. Ahí los padres del texto no hilaron fino, fue de los poquísimos fallos que cometieron. Y es, ahora mismo, un Cámara legislativa sin sentido, sin peso político y muy lejos de representar a la España autonómica para la que se diseñó. Sería penoso que tuviéramos que esperar a que surja una nueva generación de políticos como los que ayer velaban a Cisneros para que se pueda modificar el texto constitucional.

Victoria Lafora

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