MADRID 4 Ene. (OTR/PRESS) -
Las fuerzas políticas democráticas deberían, (y digo deberían, no podrían), hacer el mejor regalo de Reyes a los sufridos ciudadanos de este país: llegar a un acuerdo la semana próxima para enfrentar juntos la lucha contra los terroristas.
Solo es una esperanza que, como la que suscitó el proceso de paz, va a tener una vida muy corta porque todo hace pensar que el PP va a jugar a la contra una vez más. Sin embargo nos merecemos el esfuerzo de los partidos parlamentarios porque, salvo algunos energúmenos que ahora andan manifestándose por las calles llamando "asesino" a Zapatero, los demás han apoyado el intento de acabar con esta lacra asesina igual que lo apoyaron cuando lo intento José María Aznar.
Porque hay que repetir, una vez más y debo haberlo leído cientos de veces estos días, que la única culpable de lo ocurrido es una banda de asesinos llamada ETA. Los demócratas pueden haberlo hecho mejor o peor, con mayor o menor acierto, pero no son responsables del atentado de Barajas ni del quebranto de la esperanza.
La actitud sosegada y leal del PNV, y en especial de su principal dirigente Josu Jon Imaz, hace pensar que si el PP se niega a apoyar lo que ahora solo puede ser un pacto para reforzar la lucha policial el PSOE debería contar con el resto de los partidos que en el Congreso le dieron su apoyo para intentar la paz.
Porque si algo le ha faltado al PP hasta ahora ha sido lealtad democrática para apoyar algo que ellos ya intentaron y que fracasó, como ahora, sin que el entonces dirigente socialista Joaquín Almunia les pidiera cuentas. Su actitud de estos últimos y desgraciados días apoyando con su presencia unas manifestaciones donde se gritaban consignas de la extrema derecha y acusaciones intolerables no predice nada bueno. Más bien un planificado intento de sacar rentabilidad electoral de la vuelta de los terroristas.
Por otro lado, cabe preguntarse que hace Zapatero en Doñana mientras los bomberos retiran miles de escombros buscando a dos jóvenes víctimas de los desalmados. Debería estar como su ministro del Interior apoyando a los familiares o al menos hablando con el resto de los dirigentes políticos para ver como salimos de esta.
Tampoco correspondía a Rubalcaba hacer la rotunda declaración calificando el proceso de muerto, roto, acabado, pero esta claro que a este avezado político se le ha notado en estas horas la experiencia y la sabiduría. Valores, en política, imprescindibles en los tiempos difíciles. Confiemos, de nuevo, en su capacidad para lograr un acuerdo contra ETA.
Victoria Lafora.