Actualizado 25/04/2013 14:00

Antonio Casado.- Economía para personas.

MADRID 25 Abr. (OTR/PRESS) -

Déficit público, letras del Tesoro y prima de riesgo reaparecen asociados a una imprecisa oleada de optimismo que nos envía Moncloa en vísperas de nuevos y presentidos recortes. Conceptos recibidos con frialdad por la ciudadanía, mucho más familiarizada con realidades tan duras como el paro, la desigualdad, la pobreza o el creciente deterioro de los servicios públicos. Esto lo tienen más cerca y lo entienden mucho mejor.

Por encima de los datos y las consideraciones técnicas manejadas en el seguimiento de la evolución económica, hay una sensación dominante en el sentir del conjunto de los españoles. Me refiero a la sensación de inutilidad respecto a los sacrificios requeridos por nuestro Gobierno y las instituciones internacionales. Se piden sacrificios para ir saldando deudas y reduciendo el déficit público. Y de repente nos dicen que hemos batido récords de déficit en la UE, que la deuda ha seguido aumentando y que no escapamos a la maldita secuencia: austeridad-recesión-paro.

Eso desencadena procesos de desaliento propios de una crisis de intangibles como es ésta. Y de ahí que incluso la percepción de lo mal que están las cosas acabe exagerando su gravedad. O sea, que acabamos creyendo que están peor de lo que en realidad están cuando nos hacemos la pregunta del millón: ¿Entonces, de qué ha servido el esfuerzo? De nada, a la vista de las cifras. Y sin embargo, la canciller Merkel y nuestro propio Gobierno nos dicen que hay que seguir apretándose el cinturón y no salirse de la senda de la austeridad.

La derivada política nacional ya la conocen. El líder del principal partido de la oposición, Pérez Rubalcaba, sigue pidiendo al Gobierno un cambio de política económica. "¿Cuándo se van ustedes a dar cuenta de que la medicina que le están dando al enfermo le está matando?", le preguntó el otro día en el Congreso al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. El secretario general del PSOE apuesta por medidas que estimulen el crecimiento y el empleo, pero me temo que este viernes el Consejo de Ministros no va a ir por ahí.

Sin embargo, tanto en la Unión Europea como en el Fondo Monetario Internacional está empezando a tomar cuerpo la idea de que los recortes nos alejan de la recuperación y esta política de sacrificios está a punto de caducar. "Las políticas de austeridad ya no son la respuesta", según reciente declaración del presidente de la Comisión, Durao Barroso. En la misma línea está el último informe del FMI. Con una inesperada alusión a las personas de carne y hueso que hemos de saludar.

Dice el organismo que preside Christine Lagarde que esas políticas restrictivas, además de generar más recesión, "aumentan la decepción de los ciudadanos". No estaría mal que se empezar a ver la política económica como una herramienta al servicio de las personas y no de la prima de riesgo. Nos podemos consolar creyendo que eso ha sido algo más que un decimal suelto en la contabilidad universal de los grandes jerarcas de la economía. Qué le vamos a hacer.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Un día en La Moncloa

Foto del autor

Fermín Bocos

Situación política agonizante

Foto del autor

Julia Navarro

A Pedro Sánchez no le quieren bien los suyos

Foto del autor

Carmen Tomás

Un abono transporte como bálsamo