Actualizado 05/12/2006 01:00

Antonio Casado.- El 'proceso' y el factor tiempo

MADRID 5 Dic. (OTR/PRESS) -

Le oigo decir a un alto cargo del Gobierno: "El tiempo de ETA es corto. El del Gobierno, largo. No somos nosotros sino ellos los que tienen prisa". Doctrina basada en la debilidad operativa y económica de ETA, por un lado. Por otro, en la inequívoca voluntad de la ilegalizada Batasuna de "hacer política, como los demás" (Otegui, en Oyarzun, el pasado fin de semana) y recuperar poder en las instituciones locales y provinciales. Para esto cada vez le queda menos tiempo. En marzo termina el plazo de inscripción para las elecciones de mayo. Y el Gobierno ya ha repetido por activa y por pasiva que no se le ha pasado por la cabeza la idea de retirar o modificar la Ley de Partidos Políticos.

Por desgracia, esa doctrina oficial de que el tiempo juega en contra de ETA-Batasuna no la comparten los dirigentes del PP, quienes formulan la ecuación cambiando los términos. El estado mayor de Rajoy le endosa la prisa a Zapatero, pues cree que ETA-Batasuna ha encontrado la postura en la amenaza de romper la tregua. Es decir, que su presión al Gobierno no se basa tanto en la intención de volver a matar sino en la amenaza de hacerlo.

En todo caso, lo último en el seguimiento del "proceso" es la valoración del paso del tiempo como nueva baza negociadora. Aparece como el elemento central a uno y otro lado de la mesa, dicho sea, lo de la mesa, como metáfora de unos tratos que, en realidad, no han comenzado o están bloqueados. La cuestión, presente en los análisis de los estrategas de Moncloa y de ETA-Batasuna, se reduce a una pregunta. O, mejor dicho, a la respuesta que se dé a la siguiente pregunta: ¿Quién tiene más prisa, el Gobierno o ETA? La respuesta, como vemos, va por barrios.

El Gobierno practica la "paciencia democrática" de Zapatero. Convencido de que el tiempo juega a su favor, el PSOE cuenta los días, las semanas, los meses, los años, que van pasando sin víctimas mortales de ETA y, si acaso, con un nivel de terrorismo callejero mucho más soportable que el de los insufribles tiempos de la "kale borroka". Y, como no hay mal que por bien no venga, un cierto nivel de terrorismo callejero sigue siendo una excelente fuente de información policial para controlar el crecimiento o decrecimiento vegetativo de ETA. Amén de factor clave, naturalmente, en la prevención de actos terroristas de mayor cuantía.

Antonio Casado

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