Actualizado 09/11/2006 01:00

Antonio Jiménez.- Para alarma, la de las víctimas

MADRID 9 Nov. (OTR/PRESS) -

No puedo creerme que el Gobierno democrático de España pueda estar alarmado porque la justicia siga cumpliendo con precisión e independencia contra el entramado terrorista de ETA. No comparto la idea de que el presidente Zapatero, como se ha dicho, esté inquieto por una serie de resoluciones judiciales contra miembros de ETA y su brazo político, la ilegalizada Batasuna. Podría entender esa desazón en un Ejecutivo poco escrupuloso e irrespetuoso con el fondo y las formas de la democracia, incapaz de entender la división de poderes y ajeno a Montesquieu, pero no en el Gobierno de España que, por el contrario, debe sentirse orgulloso. Bueno, también pudiera estar yo equivocado.

El caso es que asistimos, en efecto, a un proceso de negociación con ETA, asimismo llamado de paz por el Gobierno y calificado de rendición por las víctimas, que ha posibilitado un alto el fuego, una tregua, que los partidarios y detractores del mismo aplauden por encima de cualquier otra consideración. A partir de ahí, la tregua, como bien ha recordado en más de una ocasión el presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Francisco José Hernando, no afecta al Estado de Derecho. Las últimas decisiones judiciales han puesto de manifiesto que la Justicia sigue a salvo, por ahora, de los envites teóricos e interesados de la Fiscalía General del Estado y de algún significado juez "estrella", partidario de adecuar el "tempo" judicial al político, o dicho de otra forma, complacido de que el poder judicial se levantara la venda que oculta sus ojos y dispusiera sentencias y decisiones acordes con la estrategia política seguida por el Ejecutivo.

Que los terroristas y sus secuaces se disgusten y alarmen porque la maquinaria del Estado de Derecho no se detenga y actúe al margen de coyunturas políticas es reconfortante, esperanzador y tiene sentido, pero que sea Zapatero no es creíble, a no ser que el presidente pretenda que asumamos una suerte de borrón del pasado y cuenta nueva. Las víctimas sí tienen motivos para alarmarse cuando el presidente del Gobierno, en otro de sus habituales alardes de torpeza, se refiere a De Juana Chaos, uno de los mayores asesinos de ETA con 25 crímenes a sus espaldas, como alguien que está a favor del proceso de paz. Asociar el nombre del pistolero De Juana con paz es una pura contradicción además de una provocación, y si el convicto está por ella habrá que exigirle que lo demuestre con arrepentimiento y perdón en vez de acometer otra dieta severa o ayuno voluntario a base de leche, miel, pan y jamón, bajo el aspecto de una supuesta huelga de hambre. Por cierto, qué enternecedor y humanitario resulta que el ministro de Justicia advierta que si no come se le forzará para que lo haga.

Antonio Jiménez.

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