MADRID 9 Jun. (OTR/PRESS) - Tenemos que afrontar a ETA y Zapatero lo que quiere es que nos peguemos con el PP. En la hora de la tribulación, cuando el país necesita seguridad y firmeza en sus lideres, a este hombre se le desploman los mofletes, y solo parece tener interés en buscar alguien o algo a quien echarle la culpa de sus fracasos. Hasta el mismo Iñaki Gabilondo, tan partidario, no podía ocultar su perplejidad periodística ante el despropósito.
Tras el anuncio de la banda terrorista todo parece indicar que la "inteligencia" de la Moncloa y de Ferraz sólo tiene un objetivo: No en como afrontar el terrible desafío del terror, eso parece que le queda en exclusiva a Rubalcaba, sino en lograr que la ciudadanía española responsabilice al partido de la oposición de los desastres. Envuelto en la capa del victimismo como si la entera humanidad fuera responsable de su error al ponerse a jugar a póquer con los pistoleros, Rodríguez Zapatero traslada a Rajoy las culpas pasadas, presentes y futuras de los crímenes que la banda pueda cometer. Sus peores terminales mediáticas, esa banda sectaria para quien la discrepancia es considera delito, no dudan en pregonar la infamia de que los críticos son seres tan inmundos que se "alegrarán de los muertos de ETA". Están en el camino de acabar acusando a una victima del terrorismo de alegrase de su propio asesinato. Porque da la terrorífica casualidad que esos a quienes señalan ellos como culpables del descarrilamiento de Zapatero y de su "Proceso" suelen ser aquellos a quienes ETA tiene puestos en su diana.
Eran bastantes los síntomas que indicaban que el personaje ZP escondía tras la máscara algo muy diferente a su talante y su sonrisa. Pero nunca imaginarse nadie que ocultara una falta de categoría política, de sentido del deber y de responsabilidad con el país que dirige, tan absoluta. La entrevista en la televisión adicta, donde la única dignidad de profesión y cargo, la mantuvo el periodista, un hombrecillo enfadado, contrariado en sus deseos, se dedicó a destruir cualquier posibilidad de alcanzar lo que es un clamor social: la unidad democrática ante el terrorismo. Cuando todos los españoles, aun los más desesperanzados, manteníamos el albur de que la situación hiciera recapacitar tanto a él como a Rajoy y que de la reunión del lunes saliera un mínimo mensaje de esperanza, el máximo responsable de intentarlo, nuestro presidente del Gobierno, sólo tuvo como objetivo y empeño el dinamitar cualquier puente y cercenar cualquier posibilidad de acuerdo.
Y Zapatero, aunque no lo sepa, dejó de ser en ese momento Presidente del Gobierno para convertirse en un enanizado dirigente de partido. Justo en el momento en que si algo le hace falta a España es un presidente en el que todos pudiéramos confiar. Justo igual que aquel Aznar del 11-M. La misma iniquidad. Antonio Pérez Henares