MADRID 18 Nov. (OTR/PRESS) -
En la reunión del Comité Federal de su partido, el secretario general del PSOE y presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero se ha comprometido a no utilizar el terrorismo -cualquier terrorismo- en el debate político y ha pedido a los demás partidos que hagan lo mismo. En síntesis, el presidente ha pedido que se recupere la normalidad institucional que desapareció en 1.994 cuando el PP dirigido por José María Aznar decidió el asalto a La Moncloa con el terrorismo como ariete.
Desde entonces la vida institucional española ha adquirido unos derroteros impensables que han conducido a la ausencia total de diálogo entre Gobierno y oposición, un desencuentro permanente en la política exterior, una agresividad inexplicable en la lucha antiterrorista -hasta el punto de que durante la mayor parte de la legislatura fue el primer asunto discrepante entre Gobierno y oposición- y ha culminado con la crisis profunda del sistema judicial y constitucional.
Es ingenuo pensar que en pleno periodo electoral se pueden enmendar estas actitudes, pero sería un gesto enormemente tranquilizador para los ciudadanos que los dos candidatos con posibilidades de éxito, se comprometieran públicamente a cambiar este estado de cosas. La propuesta de Zapatero se ha quedado corta y sería necesario ampliarla hacia otros comportamientos.
Lo primero que sería necesario garantizar es la aceptación sin cautelas del resultado electoral, cosa que no ocurrió en marzo del año 2004. En segundo lugar, el PP y el PSOE debieran comprometerse a reconstruir el consenso en política exterior y antiterrorista, dejando claro que es al Gobierno a quien le corresponde fijar esos parámetros que deben ser informados y consultados con la oposición. Y, por último, el compromiso firme de llevar a cabo una reforma consensuada del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial que despolitice e impida la dependencia de quienes formen estos organismos de la dirección y la presión de los partidos. Un gesto como este haría recuperar la confianza a una buena parte de nuestro electorado que se siente profundamente decepcionado por la trifulca política permanente.
Carlos Carnicero