MADRID 11 Dic. (OTR/PRESS) -
Esa es la opción que parece haber tomado el candidato de CiU a la Presidencia de la Generalitat, Artur Mas, cuando después del varapalo electoral que sufrió el pasado 25 de noviembre -pasó de tener 62 diputados a 50, quedándose a 18 de la mayoría absoluta-, se ha decantado por Esquerra Republicana como "pareja de baile" para la complicada y convulsa legislatura catalana. Queda por determinar si los republicanos de ERC entrarán a formar parte del gobierno o preferirán, es lo más probable, apoyar desde fuera, que es una forma mas segura de conseguir que Mas se abrase en el intento y así poder en un futuro no muy lejano recoger las cenizas convergentes en forma de votos.
En un país -y en este caso me refiero a España y no solo a Cataluña- donde ningún responsable político dimite, no es de extrañar que Mas no haya sido la excepción a esta norma de conducta. En cualquier otro sector de la sociedad, un responsable que hubiera llevado a su empresa a la ruina a la que el líder de CiU ha conducido a su partido -adelantando dos años las elecciones autonómicas para perder casi el 20 por ciento de los diputados que tenía- tendría que elegir entre dimitir o ser arrojado por la ventana por sus compañeros de negocio. En la política no pasa eso. Y de ahí que Mas se haya enrocado en su posición y persevere en su proyecto secesionista para Cataluña, con referéndum ilegal incluido.
El problema es que Cataluña está quebrada, económicamente hablando, aunque no solo. Y para intentar salir de esa situación, el próximo Gobierno de la Generalitat tendrá que llevar a cabo unos recortes muy fuertes en sus presupuestos que afectarán a partidas y servicios muy sensibles a los ciudadanos. Será por tanto muy complicado que ERC pueda apoyar esos recortes sin desdecirse de muchas de las cosas con las que se ha presentado a las recientes elecciones. Pero ya se sabe que en política puede pasar de todo, y si Rajoy ha reconocido públicamente que ha tenido que incumplir gran parte de su programa electoral, ¿por qué no va a poder hacer lo mismo un señor mucho menos conocido que se llama Oriol Junquera?
Todo apunta a que Cataluña seguirá siendo una fuente de problemas para el Gobierno central. Por un lado, CiU y ERC han dejado claro su intención de seguir con la "hoja de ruta" secesionista. Por otro, su situación económica podría llegar a un punto en el que la única solución que le quedara a Rajoy sería ordenar al Ministerio de Hacienda su intervención. Pero la verdad, no veo al actual presidente del Gobierno -que acaba de afirmar que en la Constitución cabe todo- tomando decisiones tan incómodas. No va con su perfil. El prefiere dejar pasar el tiempo y que los problemas se pudran. Y, efectivamente, a este paso el hedor va a ser insoportable.