MADRID 30 Dic. (OTR/PRESS) -
Esto de ver siempre la botella medio llena en vez de medio vacía es lo que tiene: que por mal que estén las cosas quienes son así lo ven todo de color de rosa. El optimista -según el siempre socorrido diccionario de la Real Academia- es aquel que "propende a ver y juzgar las cosas en su aspecto mas favorable o quien profesa el optimismo filosófico", es decir, la doctrina que atribuye al universo la mayor perfección posible. Por el contrario el pesimista es "quien propende a ver y juzgar las cosas por el lado más desfavorable", es decir, quien todo lo ve negro como el carbón. ¿Como llegar a un punto de encuentro entre dos percepciones antagónicas?. Tenemos un presidente del Gobierno que es, no un optimista filosófico sino patológico y una oposición cuyo pesimismo roza la patología que, según reza en el mismo diccionario, es el conjunto de síntomas de una enfermedad. Si nuestros dos principales líderes políticos tuvieran la altura de miras suficiente intentarían el próximo año, por aquello de los buenos propósitos de año nuevo, que sus filias y fobias no se trasladaran a la sociedad y evitarían por todos los medios que esa patología fuera social porque resultaría extremadamente preocupante. Dijo Jose Luis Rodriguez Zapatero en la rueda de prensa de ayer -donde en un acto de "generosidad" o ¿responsabilidad? permitió que los periodistas le preguntaran y por lo tanto dio una tregua a su sutil pero efectiva ley mordaza que ejecuta implacablemente sin previo aviso cada vez que teme preguntas incómodas- que sobre el tema de ETA hoy estamos mejor que ayer y peor que mañana, o lo que es lo mismo que todo lo que dice la banda en sus comunicados, el robo de pistolas, la aparición de zulos, las cartas de extorsión, el recrudecimiento de la Kale Borroka o las huelgas de hambre de los presos, son motivos de esperanza y no señales de alarma o al menos síntomas preocupantes a tener en cuenta. ¡En fin¡ que todo va viento en popa y esta teñido de rosa.
La oposición, por su parte, dice que el asunto no puede ir peor: habla de rendición, de abandono de las normas elementales que hacen de España un estado de derecho y acusan al presiente de haber "perdido peligrosamente el sentido de la realidad". No hay nada de este asunto que el PP vea en color y tiñe de negro cualquier análisis que realice.
¿Es posible que ambas posiciones se aproximen? Lo dudo, al menos de aquí a las próximas elecciones. Ni siquiera que el Rey apele al sosiego y reivindique el consenso de nuestra ejemplar Transición ha servido para que al menos reflexionen. Nuestros dos grandes partidos padecen una patología que sólo tiene una medicina: las urnas. Seremos los ciudadanos quienes en las próximas elecciones pongamos las cosas en su sitio, salvo que hartos de tanta crispación y enfrentamiento nos contagiemos de otra terrible enfermedad: la apatía, y que el escepticismo por la acción poco ejemplar y menos ejemplarizante de nuestros políticos nos arrastre a la calamitosa abstención. ¡Ojalá 2007 sea de verdad un buen año en términos democráticos y nuestra salud como pais mejore!.
Esther Esteban.