Actualizado 12/04/2008 02:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- A la segunda... fue la vencida

MADRID 12 Abr. (OTR/PRESS) -

Nada nuevo. Ayer (por hoy) a mediodía José Luis Rodríguez Zapatero fue investido presidente del Gobierno en segunda votación, convirtiéndose en el primer presidente español elegido en las urnas que no consigue los apoyos necesarios para salir en la primera vuelta. El hecho, que en otras circunstancias habría hecho correr ríos de tinta y críticas, en esta ocasión no ha merecido ni siquiera el comentario ácido de sus adversarios.

El PSOE y el Gobierno han convertido la necesidad en virtud y haciendo gala de un fino olfato estratégico, han conseguido el objetivo de que se interprete la elección por mayoría simple como la prueba del algodón de que el presidente gobernará estos cuatro años sin hipotecas incómodas, lo cual es tan solo una verdad a medias. Es cierto que ya no tendrá necesidad de contar con compañeros de viaje poco recomendables como en su día lo fue ERC -que un día si y otro también le provocaban sobresaltos- y que como le espetó su portavoz "estaban deseando de perder de vista", pero también lo es que sus 169 diputados no son suficientes para cumplir con su programa en solitario y sacar adelante leyes fundamentales como los presupuestos que requieren de mayoría absoluta.

En los próximos cuatro años y aunque a priori puede haber seis partidos dispuestos a pactar con los socialistas- todos aquellos que han optado por la abstención- todo indica que van a ser CiU y PNV -con sus 10 y 6 diputados respectivamente- quienes puntualmente podrían salir en apoyo de los socialistas y llevarse el gato al agua. Los catalanes han garantizado históricamente la gobernabilidad, independientemente del traje ideológico que tuviera el inquilino de la Moncloa y con los vascos, con matices, ha ocurrido algo similar. Sin embargo, las circunstancias no son fáciles teniendo en cuenta que ambos nacionalistas encarnan la oposición en sus respectivos territorios y que hay dos asuntos de gran calado en puertas: la aplicación del estatut catalán y la celebración del polémico referéndum de Ibarretxe, que pueden complicar las cosas.

Sea como fuere, la legislatura que ya comienza -con un PP ensimismado en sus divisiones internas-, enfrascado en su proceso congresual y dispuesto a consensuar grandes pactos de Estado, se prevé mas tranquila en el Parlamento y mas complicada en la calle, donde la mala situación económica se configura como el gran asunto de los próximos cuatro años y el que mas quebraderos de cabeza le dará al inquilino de la Moncloa.

Ayer (por hoy), sin embargo, era día de celebración socialista y también de quinielas. Cuando salga esta columna ya sabremos quienes serán los elegidos y señalados por poderoso dedo de Zapatero, pero hasta entonces me quedo con el comentario de un eufórico Pepe Blanco -posiblemente uno de los pocos que tenía con antelación las claves del nuevo gobierno en el que él no estará incluido-. Al preguntarle los periodistas por el nombre del nuevo ministro de Defensa que tanta expectación ha levantado, señaló, como desvelando el gran secreto. "Solo os diré que no ha hecho la mili, pero buena mili le queda a partir de ahora...".

Cuando todos en tromba asentimos que era lógico porque sería una mujer recordó que él tampoco la hizo, ni el ex ministro Serra. Eso sí uno de sus más estrechos colaboradores, Oscar López, será noticia la próxima semana en forma de nombramiento. Lo dicho, quinielas entre los socialistas y caras de preocupación en el PP, aunque su líder, en apariencia no se inmuta. "Estoy muy bien, todo está tranquilo creéme" me comentó Mariano Rajoy al término de la sesión mientras se dirigía completamente sólo a su despacho". Sin comentarios.

Esther Esteban.

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