MADRID 5 Oct. (OTR/PRESS) -
"Y nuestros 'zetas' ¿dónde están?". La pregunta la hizo, casi finalizando la presentación de un libro en Vitoria, un hombre en la mitad de los cincuenta, que luego me dijo ser autor de un volumen, no publicado aún, sobre la sociedad civil. Le dí la razón: los jóvenes de entre trece y veintiocho años, esa 'generación zeta' que mandará en el mundo dentro de dos décadas, han hecho explotar su indignación lejos: desde Nepal hasta Marruecos, pasando por Indonesia, Malasia, Filipinas, Perú, Paraguay o incluso Italia, donde sus protestas se han encarnado en las manifestaciones a favor de Gaza y hostiles a Israel. Es algo más que una 'primavera asiática' que sucede a aquella luego irrelevante 'primavera árabe' que conmocionó el orbe entre 2010 y 2012. Ahora es diferente: los 'zetas' ya no piden reformas. Piden un cambio total en el sistema. ¿También en España? No, en España, no. Al menos, de momento.
La explosión de los 'zetas', que sacude a países emergentes donde los jóvenes están hartos de injusticias y falta de oportunidades, parece ir mucho más allá de aquella 'primavera árabe' y tiene poco que ver con la lejanísima 'revolución de mayo del 68' o, incluso, con la de los 'indignados' del 15-M de 2011, que gritaba 'si nos quitáis los sueños, no os dejaremos dormir'. Los jovencísimos manifestantes que estos días salen a las calles dispuestos a enfrentarse a las contundentes medidas policiales, portando banderas de calaveras piratas con sombreros de paja inspiradas en el manga japonés 'One Piece', han iniciado una auténtica revolución sin lideres, sin manifiestos, sin más conexiones que esas nuevas redes sociales que Trump y sus 'tycoons' de las empresas tecnológicas tratan de controlar a cualquier precio (y eso del precio es literal), pero que no logran sofocar del todo.
La revolución no ha prendido ni en Europa -pese a las protestas contra Israel, que tienen un claro sesgo generacional, y a las manifestaciones en Francia contra los recortes sociales-ni en los Estados Unidos, donde todo indica que la fragmentación social provocará estallidos aún imprevisibles, pero no de carácter generacional. Ni, por supuesto, ha prendido en Rusia o China, donde pocas bromas en las calles. Ni se ha contagiado a España, como señalaba mi interlocutor vitoriano citado al comienzo.
Conozco a destacados sociólogos que se preguntan por el fenómeno de los 'zetas' españoles, o sea, la generación de la futura Leonor I, la de nuestros hijos y nietos. No, ellos presumiblemente no leerán este comentario, ni seguirán los boletines de radio o los informativos de televisión: la red mundial informante está en Tik Tok, Instagram o Discord, la APP de 'gamers' que se ha convertido ahora en motor de la rabia juvenil y de la que muchos 'boomers' o 'milennials' 'instalados' no teníamos ni idea. Y así, claro, todo esto nos ha pillado desprevenidos. Como en el 68, en el 2010, en el 2011, etcétera. No nos enteramos.
Los 'zetas españoles', me dicen quienes estudian el fenómeno a nivel nacional, no tienen afán revolucionario, ni parecen compartir ideales ultraderechistas, por mucho que, en porcentajes no despreciables, se les perciba decantándose electoralmente por VOX, acaso porque es un partido que llama "sinvergüenza" al presidente del Gobierno sin matices ni moderación. Claro ¿cómo van a sentir afecto y a tomar ejemplo de formaciones gobernantes cuando en las portadas de todos los periódicos se habla de 'chistorra', o sea, billetes de banco perversamente obtenidos, de sobres con presuntas financiaciones ilegales, de Jessicas, o sea, ya sabe usted de qué?. ¿O cuando los dirigentes de los partidos convencionales agotan los debates parlamentarios acusándose de ser 'mafiosos', corruptos y hasta 'gangsters'? ¿O cuando los dirigentes no respetan ni la Constitución ni la palabra dada?
Ante este panorama, solo caben dos salidas: la indiferencia 'pasota', que parece que aquí, por ahora, es la mayoritaria, o la rebeldía, que de momento, se concentra en el voto a formaciones que poco simpatizan, por lo demás, con lo que los 'zetas' representan en otras latitudes. Mis amigos los analistas de estos fenómenos dicen que estemos preparados, porque a medio plazo se evidenciarán en España conflictos generacionales muy profundos. Quizá sea así, pero, por lo pronto, nuestros 'zetas', eso: ¿dónde están? Quizá, me dicen, incubando un estallido de cólera no muy lejano, porque lo que parece evidente es que esto, así, no puede seguir mucho tiempo más. Por demasiadas razones.